domingo, 28 de enero de 2018

DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO


“¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?”

Como cada domingo estamos ante el altar para confesar la fe y escuchar la voz, la Palabra de Dios, respondiendo “aquí estoy, estamos Señor, para hacer tu voluntad”. Aquí estamos para unir nuestro destino al de tu Hijo, hacernos uno en El, comulgar en su Pascua y alimentados con su Cuerpo, llevar ese mismo alimento al mundo.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

¿Quién será ese “misterioso” profeta que Dios promete a Moisés? Dos posibles respuestas, entre tantas: Jesús, por supuesto, es la primera respuesta que emerge de nuestra fe. ¿Puede haber algo más? Quizá sí. Quizá, si lo aceptamos, cada uno de nosotros pueda ser también ese profeta prometido, en quien Dios pone sus palabras para hablar a su pueblo.

Lectura del libro del Deuteronomio 18, 15-20

Moisés dijo al pueblo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán. Esto es precisamente lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: “No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo contrario moriré”. Entonces el Señor me dijo: “Lo que acaban de decir está muy bien. Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta. Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá”.
Palabra de Dios.
Salmo 94, 1-2. 6-9

R. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor.

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, Y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: “No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras”. R.

II LECTURA

No podemos leer estas líneas fuera de contexto. Si bien aquí san Pablo considera que el mejor estado es la soltería, hay que mirar todo el capítulo para entender que el estado de vida es una opción, y que es circunstancial, porque de todos modos se puede encontrar a Dios y responder fielmente a la misión que él nos encomienda. Por eso, siempre que la opción que se haga no intervenga con el objetivo del servicio a la comunidad, la vida de pareja nunca quedará fuera, como tampoco el entregarse totalmente en cuerpo y alma a Dios para el mismo fin.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 7, 32-35

Hermanos: Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mt 4, 16

Aleluya. El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. Aleluya.

EVANGELIO

La autoridad de Jesús sorprende porque no proviene de un título de estudios, como tampoco de un cargo delegado por una organización religiosa. Proviene de su comunión con el Padre y de su entrega total. Su vida misma es ya un testimonio de autoridad.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 21-28

Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga de ellos un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!”. Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Palabra del Señor.

MEDITEMOS LA PALABRA DE DIOS.

Hace unos días escuché en una predicación a un colega que decía que los demonios conocen sobre Dios más que todos nosotros juntos. Ellos saben quién es Dios. El relato del evangelio de hoy es un ejemplo.  El demonio no es ateo, sabe quién es Dios.  Entre ellos y nosotros los seres humanos hay al menos una diferencia; existe una palabra que ellos nunca pronuncian y nosotros sí podemos pronunciar. Ellos pueden decir de Jesús que es el Mesías, el Santo de Dios, pero jamás le llaman: “Señor”. Porque hacerlo conlleva implícitamente aceptar el reinado, el señorío de Dios, reconocer a Dios como Señor implica aceptar una relación  de amistad y confianza entre criatura y creador.

En el evangelio de Marcos, los demonios tienen un papel, reconocen a Jesús como Mesías antes de que lo hagan los apóstoles o muchos discípulos. Es una paradoja típica de Marcos. Al mostrar a Jesús con poder sobre los espíritus inmundos el evangelista señala la identidad de Jesús que ha venido a terminar con el dominio de la maldad, a derrotar no tanto al enemigo de Dios, pues no hay rival para Dios, cuanto al enemigo del ser humano. Porque para el diablo y los suyos, el ser humano es el ser a conquistar, dominar, abatir…a través de la mentira, la confusión y la división. (Diabolos=el que divide).

Jesús aparece como sanador, liberador, el que devuelve al ser humano la verdad sobre sí mismo y su identidad profunda como ser vinculado con su creador y Padre Dios. Como cada domingo estamos ante el altar para confesar la fe y escuchar la voz, la Palabra de Dios, respondiendo “aquí estoy, estamos Señor, para hacer tu voluntad”. Aquí estamos para unir nuestro destino al de tu Hijo, hacernos uno en El, comulgar en su Pascua y alimentados con su Cuerpo, llevar ese mismo alimento al mundo. Un mundo donde todavía millones no tienen acceso a los alimentos básicos, a las medicinas, al agua, a la infancia, a la libertad…

En ese escenario global que pasa por la honestidad de vida de cada uno se desarrolla nuestra misión como discípulos de Cristo.  Dejémonos curar y liberar por El, redimidos por su Pascua llevemos los frutos de su victoria. Que allá donde estemos cada día de la semana haya un reflejo de la bondad y misericordia de Dios, de la fraternidad de Jesús, de la alegría y consolación del Espíritu Santo.

ESTUDIO BÍBLICO

Jesús enseña con "autoridad" liberadora

Iª Lectura: Deuteronomio (18,15-20): El anhelo de un “profeta” verdadero
I.1. La primera lectura es un texto de los llamados “programáticos” en la teología deuteronomista, una teología de inspiración profética, que habría de dar como fruto una reforma en tiempos del rey Josías (621 a. C). Porque el libro del Deuteronomio sirvió como apoyo a los israelitas piadosos, que trasladados a Judá después del 721 a. C., traerían sus mejores tradiciones religiosas. Estos habrían de influir en algún círculo profético, que ponía su mente y su corazón en una vida más concorde con la Alianza que Dios hizo con Moisés en beneficio del pueblo. Aunque ahora ciertas cosas nos parezcan tradicionales, en aquél entonces eran verdaderamente renovadoras frente a los círculos del poder religioso, social y político.

I.2. En este texto se nos habla de la comunicación directa con Dios y de la transmisión de su palabra. En él se presenta a Moisés como mediador, pero anuncia un profeta definitivo que llevará a plenitud esa comunicación con Dios. Es un texto que ha venido a ser muy sugerente y del que se han valido casi siempre los que esperaban mucho más de la religión del Israel. El “profeta” no está definido y se presenta como verdadera alternativa al mismo Moisés. No está definido el profeta, porque es una misión de mucha envergadura. Los cristianos, de una forma muy particular, lo aplicaron a Jesús. Para muchos autores el texto de la sinagoga de Nazaret de Lc 4,16ss tiene algo de ello, aunque sea otro texto de Is 61,1-2 el que lo sustenta realmente.

I.3. Israel siempre suspiró por ese profeta definitivo, escatológico, pero no supo verlo en el momento adecuado. Es un texto que debe contemplarse como la gran alternativa a magos, adivinos, vaticinadores, etc.. El profeta no es ese tipo de hombres, ni desempeña esa función, como muchas veces se ha interpretado erróneamente. Su sintonía con Dios radica en saber escuchar sus palabras en lo más profundo de su ser, y de rastrear su impronta en la historia de los hombres. Es verdad que ha habido profetas verdaderos y profetas falsos, pero el pueblo ha sabido distinguir perfectamente entre unos y otros. 

II Lectura: I Corintios (7,32-35): Para dedicarse a las cosas del Señor…

II.1. La segunda lectura es un texto que continúa con el tema de las preocupaciones de este mundo, como en el domingo pasado. Le han preguntado a Pablo algunas cosas desde la comunidad de Corinto y debe responder sobre el particular: ¿qué sentido tiene la virginidad, el no casarse con respecto al matrimonio? (7,1-40). ¿Qué es lo mejor para un cristiano o una cristiana? El contexto de lo que significaba el celibato y el desprecio de la mujer en una ciudad con fama de libertina, como era Corinto, no se puede obviar a la hora de valorar el conjunto.

II.2. Elegir el celibato con objeto de estar más libre para las cosas del Señor: predicación, compromiso comunitario… no debe significar un grado de perfección o un desenfoque desmesurado de la vida cristiana. Pablo habla desde su experiencia personal: si hubiera estado casado no podría haber trabajado de la misma manera en la predicación y en la fundación de comunidades, con desplazamientos e incluso con persecuciones por el anuncio del Reino… Pero su experiencia personal e intransferible no puede ser modelo legítimo más que para aquellos o aquellas que quieren dedicarse con absoluta libertad a esta causa. Fuera de ello, dedicarse al Señor y al Reino en la vida familiar es posible y necesario, pero no sería legítimo abandonar esas obligaciones que en el texto se llaman “del mundo” y que debemos entender como las cosas perentorias de la vida de cada día. Y entre ellas complacer al esposo o a la esposa y a los hijos

II.3. Sobre este texto se ha hablado mucho con respecto a la mentalidad ascética de Pablo. Desde luego, no podemos decir que el apóstol considera la vida célibe como más perfecta que la vida matrimonial, pero llama la atención sobre el hecho de que los que elijan no casarse -se está hablando de cristianos/as-, lo hagan con la intención de dedicar su tiempo y su esfuerzo a la causa del evangelio, ya que las personas casadas han de atender a las necesidades de la familia; sus preocupaciones por lo necesario para una familia son más fuertes. La vida no matrimonial deja más libertad para las obligaciones religiosas. Sin embargo, eso que Pablo escribió en la perspectiva de una final que se esperaba (es el texto inmediatamente anterior), cambia radicalmente en nuestro mundo y en la visión actual del matrimonio y la familia cristiana, porque todos los cristianos, casados o no, estamos llamados a dedicar nuestra vida a la causa del reino. 

Evangelio: Marcos (1,21-28): Las Buenas noticias de Dios, “desdemonizan”, es decir, liberan.

III.1. El evangelio de Marcos nos presenta la primera actuación de Jesús después de haber llamado a los discípulos. Entran en Cafarnaún y después en la sinagoga. Este es un relato que forma parte de un conjunto teológico, formal y literario, que se conoce como la “jornada de Cafarnaún (1,21-3,6)”. El evangelio de hoy es digno de consideración y de reflexión porque casi siempre se ha leído de una forma neutral o insustancial. Pero esta escena tiene mucho de programa en el evangelio de Marcos. Cuando en Mc 1,14-15 se anunciaba el tiempo nuevo, es ahora cuando se va a describir por qué es verdaderamente nuevo y cuál es su alcance. Los personajes son la “gente” y un “endemoniado”, es decir, los sencillos y los oprimidos. No tendría sentido que tratemos de identificar la “patología” de este enfermo, porque yo considero que la “patología”, además de psicológica, viene a ser espiritual y teológica y, por lo mismo, no menos humana.

III. 2. Comienza en el día del sábado, dedicado al descanso para escuchar la palabra de Dios. Varias cosas debemos retener de esta narración: Jesús es invitado a comentar las Escrituras, y desde el comienzo, su enseñanza provoca la admiración, con toda seguridad por lo que dice. La gente le reconoce «autoridad» (exousía), cuando sabemos que Jesús no se había formado a los pies de un rabino, sino que todo lo sacaba de sí mismo, desde su experiencia interior. Ello pone de manifiesto que está en sintonía profética con Dios, y, por lo mismo, que se está cumpliendo lo previsto en el texto de Dt 18. Debemos entender que aquí la autoridad tiene ese sentido de fuerza profética que no se puede aprender en escuela alguna ni con ningún maestro de la ley. Al principio y al final del relato el coro de la gente se hace testigo de algo nuevo e inaudito. El “exorcismo”, como centro del relato, es la excusa “histórica” para que la gente respire con la llegada de este profeta a la sinagoga.

III.3. Le gente intuye que no es un comentador ramplón de textos de la Ley o de los Profetas, sino un verdadero creador de buenas noticias, con las que ha de enfrentarse a todas las situaciones (en cumplimiento de Mc 1,14-15). Es verdad que el texto no nos dice lo que Jesús hablaba, porque el objetivo en este caso es poner de manifiesto la “fuerza” liberadora y salvadora de su palabra en aquel personaje misterioso que se siente provocado por la explicación que Jesús hace de la Escritura. No sabemos si está comentando un texto de la Torah (de la ley) o de los profetas, como sucede en la narración de Lucas, en Nazaret (Lc 4,16ss). Pero el espíritu del relato apunta claramente al mismo tenor de las buenas noticias, por las que al hombre “enfermo” le aflora lo “endemoniado” que siempre había creído ser, como le habían enseñado tradicionalmente los “teólogos” y terapeutas de siempre.

III.4. La mentalidad de la época sobre el “endemoniado” debe tenerse muy en cuenta a la hora de leer e interpretar este relato. La palabra profética de Jesús hace que de aquél hombre salgan sus males, su misma mentalidad demoníaca, que le había provocado la “doctrina” tradicional y a-teológica de los encargados de la sinagoga. Es muy posible que algunos interpreten la capacidad de Jesús para enfrentarse como un psicoterapeuta al enfermo… pero sería demasiado técnico este asunto, Hay un trasfondo religioso y teológico, que no podemos olvidar. Si era un enfermo, estaba pagando alguna falta; esa era la tesis tradicional en el judaísmo de la época. ¿No era eso para endemoniarse? Jesús, pues, rompe barreras; pone de manifiesto la falsedad de una teología que atribuye a Dios lo que es de los hombres, de sus mentalidades cerradas y anquilosadas en el pasado y en un Dios sin corazón. Su interpretación hace de la sinagoga un verdadero ámbito de libertad, donde se escuchan palabras de vida y no de muerte.

III.5. En este relato tan particular se enfrentan dos mundos, el del enfermo y endemoniado con su doctrina y su mundo roto en mil pedazos y el del Jesús, el profeta que, de parte de Dios, anuncia un tiempo nuevo. Incluso los enfermos se resisten a dejar de ser lo que eran, o los que los otros querían que fueran. Su venganza es decir quién es Jesús, el “santo de Dios”, y esto en el evangelio de Marcos es como romper “el secreto mesiánico” que solamente había de revelarse en el fracaso de la cruz (allí lo hará un centurión pagano, Mc 15). Pero ya aquí se adelanta algo del triunfo de Jesús. Al revelar el “endemoniado” quién era Jesús, estaba poniendo de manifiesto que era capaz de reconocer la mano de Dios, como la gente, donde los encargados y dirigentes de la “palabra” y de las cosas de Dios solamente se ocupaban de condenar y de privar de dignidad y libertad a las personas. Este, y no otro, es el sentido de este relato que, sin duda, tiene cosas históricas de la praxis de Jesús de Nazaret. Pero lo más importante son sus significaciones, expresadas simbólicamente y no por ello menos reales, para los que acogen el mensaje nuevo de Jesús: las buenas noticias de parte de Dios, liberan psíquica y espiritualmente. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).




domingo, 21 de enero de 2018

DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO


El tiempo se ha cumplido
Me parece conveniente, como labor periódica y saliendo de tantas fiestas, hacer referencia al sentido de las celebraciones litúrgicas. La liturgia, especialmente la eucarística, siempre necesitará de una pedagogía que ilumine las catequesis, a los que van descubriendo el sentido cristiano, para animación de la celebración resaltando los contenidos, es decir, para hacerla participativa…

En la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se proponían cambios “para acrecentar la vida cristiana de los fieles, adaptarse mejor a las necesidades de nuestros tiempos, promover todo lo que pueda contribuir a la unión de los creyentes en Jesucristo y para dar esplendor al testimonio cristiano de ser iglesia”.

Dos luces para toda acción litúrgica: “la liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo” y “el considerar el antes, el ahora y el después de cada una de sus acciones especialmente de la eucarística”.

Después de Navidad, con el Adviento y la Epifanía entramos en el tiempo llamado “tiempo ordinario”  y para este año el conductor será el evangelista San Marcos, con sus características propias. En este Domingo III nos introduce de lleno en la predicación de Jesús: Buena Nueva para la humanidad…

Marcos presenta a Jesús, en la primera parte de su relato, predicando en “la Galilea de los desamparados”. Va proclamando la Buena Noticia de Dios. Enseña con su pedagogía y la fuerza sanadora del alma y del cuerpo. Son los gestos por los que se hace conocer como la novedad esperanzadora, y las gentes llegan a sentirlos como fuerza liberadora. No enseña con la autoridad de los maestros de la ley.

Llama a algunos que lo dejan todo y se van con Él para colaborar en la creación y extensión de la Buena Noticia.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Nínive no era una ciudad que pertenecía a Israel. Sus habitantes adoraban a otros dioses. Y en tiempos en que se escribió este libro sagrado, el Dios de Israel era comprendido como el Dios de “ese” pueblo. Sin embargo, ahora esos tiempos cambian. Ya no se lo limita a Dios a un solo pueblo, y “se lo acerca” a otros, más lejanos, grandes, poderosos, e incluso, conquistadores. Porque Dios puede abrazar al mundo entero, para que todos vivamos en su reino de justicia y amor.

Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10

La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos: “Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré”. Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida”. Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño. Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Palabra de Dios.

Salmo 24, 4-5. 6. 7-9

R. Muéstrame, Señor, tus caminos.

Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.

Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R.

El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.

II LECTURA

San Pablo nos enseña a considerar la fragilidad del tiempo, de las relaciones humanas y de nuestra vida social. No para que abandonemos nuestros compromisos actuales o nos hagamos irresponsables, sino para que consideremos que todo debe ordenarse en torno de Dios y sus promesas.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 7, 29-31


Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mc 1, 15

Aleluya. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio. Aleluya.

EVANGELIO

“La aceptación del reinado de Dios se da en el seguimiento de Jesús, que es la prosecución de su historia, que es actuar en nuestra situación de un modo equivalente a como él lo hizo en la suya. Esta fidelidad creativa es posible a todos los seres humanos, incluso a quienes ignoran el nombre de Dios y de Jesús, porque sobre cada uno está derramado el Espíritu de Dios que es el de Jesús. Así pues a todos está abierta la posibilidad de constituirse en hijos de Dios y de ir construyendo el mundo fraterno de los hijos de Dios. Ese mundo sería el reino de Dios”.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
 
De la mano del evangelista San Marcos, año B

Lo primero que requiere el enviado de Dios, su Hijo Jesús, es: “El Reino de Dios está cerca, arrepentíos, y creed en el Evangelio”. En este momento no se trata de dar un tono penitencial de tipo cuaresmal; es una seria llamada de Dios que exige una respuesta. La cosa parece sencilla y le decimos: bien, por supuesto… Pero no se puede proceder con ligereza; este punto de partida parece pequeño, como una semilla… pero para que crezca y de frutos…

En las lecturas hemos visto cómo los ninivitas fueron más decididos y eficaces que Jonás y los suyos; lo institucional podía más para el cambio que la novedad que creaba esperanza en los paganos. El Centurión del Calvario fue el primero en confesar al crucificado como “Hijo de Dios”…

La actitud de escucha a la Palabra, con aceptación y entusiasmo (esperanza) hay que irla desarrollando todo el año; no faltarán motivaciones que Jesús Maestro interpretará con sus gestos salvíficos…

Jonás 3,1-5.10: El contenido de esta lectura: la iniciativa divina, un profeta forzado que cumple la misión, pero le resbalan los contenidos y unos destinatarios que reciben a corazón abierto la predicación y se convierten. Nínive representa a los enemigos de Israel y Jonás encarna la actitud oficial de Israel; sólo Israel es bueno. El pasaje es revolucionario: manifiesta la misericordia de Dios con todos… y no nos enteramos!

Enlaza con el Evangelio en que por la predicación de Jesús se nos  invita a la conversión sincera: Jesús nos convida a participar del Don misericordioso de Dios y a colaborar en extensión, pase lo que pase; no en vano comienza su predicación cuando Juan Bautista es apresado.

Mc 1,14-20: El estilo de Marcos es apretado y rápido; el texto para este domingo III ya supone el inicio de la vida pública de Jesús: “vino desde Nazaret de Galilea y en el Jordán fue bautizado por Juan Bautista… se rasgaron los cielos y se oyó una voz “Tú eres mi Hijo amado en ti me complazco”; luego Jesús se retira al desierto…

Esta es la presentación de Jesús. El encarcelamiento de Juan es la hora del arranque: Jesús va de aquí para allá predicando, curando, moviendo multitudes… y resume “ha llegado el momento, el Reino de Dios está cerca”. La gente reacciona con entusiasmo y Jesús les advierte que es necesaria la conversión y creer en la Buena Nueva. El arrepentimiento exige un modo diferente de ver las cosas; el evangelio es nuevo sentido de la vida. Jesús llama y es tan seductora su llamada que “se deja todo “para seguirle. Este es el Plan de Dios. Los ninivitas lo entendieron, pero Jonás y tantas gentes no acabamos de entenderlo.                                         

1ª Cor 7, 29-31
Pablo establece un principio básico, no sólo para los casados o consagrados: la Buena Noticia sólo es perceptible en la medida del desprendimiento, para estar atento a la llamada del Señor. Lo demás es pasajero.

ESTUDIO BÍBLICO

I Lectura: Jonás (3,1-5.10): "Todos pueden convertirse"

I.1. La liturgia de hoy nos ofrece, como primera lectura, un texto del libro de Jonás, el profeta que debía ir a la Nínive de los asirios, prototipo del pueblo opresor, para predicar la conversión. Este libro, que ha recibido muchas interpretaciones, probablemente vio la luz en los tiempos postexílicos de Esdras y Nehemías, cuando aparece una política religiosa de xenofobia. El que se elija Nínive, la capital del imperio Asirio, es un dato muy curioso ya que es el símbolo del imperio que destruyó Israel, el reino del norte, con Senaquerib. Por lo mismo, cuando se escribe este libro no existía ya el imperio asirio; el autor, pues, hace una ficción con objeto de exponer ideas teológicas: el profeta se dirige a los opresores de todos los tiempos para llamarlos a la conversión.

I.2. No se trata todavía de una conciencia misionera de universalismo, sino que se empeña en poner de manifiesto que Dios está abierto a todos, incluso a los opresores. Esta es una afirmación dura, pero nos muestra que para Dios nada hay imposible. Desde luego, el mensaje también es para el pueblo de Israel o para todos los que, desde la seguridad de su religión, piensan que Dios debe castigar como castigamos nosotros. Israel también debe convertirse a un Dios que es capaz de perdonar a los enemigos de su pueblo. Este es el mensaje del texto de hoy: la conversión como un cambio de mentalidad radical.

IIª Lectura: 1ª Corintios (7,29-31): "Este mundo pasará"

II.1. La segunda lectura es un texto en el que se refleja la tensión escatológica del cristianismo primitivo, y de Pablo muy concretamente. Es un texto que está en el famoso c. 7, que es una respuesta de Pablo a lo que le han preguntado sobre el matrimonio y la virginidad. Se necesitarían más presiones y matices sobre la cuestión literaria de este c. 7. E incluso no sabemos quiénes son los que piensan que es bueno no casarse, ni tener relación con mujer. Se ha hablado de una corriente gnóstica llevada hasta el extremo en algún grupo de la comunidad de Corinto como desprecio del cuerpo y de lo humano. Esta es una “vexata quaestio” que no se resuelve fácilmente. Lo que Pablo propugna es que los cristianos casados deben vivir como tales y los que han elegido la “virginidad” que sean consecuentes. Cada uno debe vivir según su elección y ninguna vida es más perfecta que la otra. Porque el referente es Dios y cada uno tiene que vivir su experiencia cristiana con sentido, en armonía y en libertad.

II.2. El texto de la lectura de hoy pretende hacer ver a su comunidad que las preocupaciones de este mundo, muy frecuentemente, nos hacen olvidar otra dimensión muy importante de la vida. Porque todos, casados o no, tenemos que vivir un mundo de armonía, de espiritualidad, de esperanza. La vida cristiana tiene en su entraña una tensión escatológica que hay que sabe vivir entre el “ya” y el “todavía no”. La experimentan unos y otros porque este mundo tira de nosotros y a veces nos atrapa. Este texto, hoy podemos entenderlo muy bien, acostumbrados como estamos a vivir las tensiones de nuestra época. Ya no existe preocupación por el final del mundo, pero vivir radicalizados en las prisas, el consumismo, la productividad, anula el equilibrio humano, la necesidad de la sabiduría interior y la felicidad verdadera.

Evangelio: Marcos (1,14-20): "Convertirse es creer en el Evangelio"

III.1. El evangelio de hoy, de Marcos, tiene dos partes. La primera (vv.14-15), un sumario o síntesis, centrada en lo que es el programa de Jesús cuando vino a Galilea: el evangelio de Dios. Jesús viene a proclamar buenas noticias -eso significa evangelio-, de parte de Dios. Ello supone, pues, el anuncio de un tiempo nuevo y la llegada del Reino de Dios. El segundo elemento determina al primero: el tiempo es nuevo porque el reino de Dios ha comenzado. El tiempo es nuevo porque la soberanía de Dios sobre las miserias del hombre ha de ponerse de manifiesto. Este es el empeño fundamental de Jesús: hacer posible que ese Reino, que no es un territorio, ni un poder violento o material, llegue a los hombres. Dios se compromete profundamente, por medio de Jesús, en hacer posible ese Reino de liberación y de gracia. Pero también, por nuestra parte, se necesitan respuestas: convertíos y creed en el evangelio. Eso es lo que Jesús pedía y eso es lo que se nos pide aún. Ser cristianos, pues, debe significar que en este mundo de miserias, el evangelio, como buena noticia para los que sufren, está en acción.

III.2. Si analizamos a fondo este sumario, podremos darnos cuenta de su importancia. El redactor lo pone al principio de todo, de la predicación de Galilea, porque está convencido de que cuando Jesús comienza a predicar ha llegado el tiempo nuevo tanto tiempo esperado por el pueblo de Israel. Y el tiempo es nuevo  porque Jesús trae “buenas noticias” de parte de Dios, lo que se centra en ese concepto abarcante del “reino o reinado de Dios” (basileia tou theou). Jesús quiere decir que es Dios quien toma las riendas de esta historia  y ya no deben ser los hombres “soberanos” y “reyes” quienes han de imponer a otros sus caprichos y sus leyes. Dios entrega salvación y liberación por medio del profeta de Galilea. Hacía mucho tiempo que no se oía una voz profética en Israel, porque los “soberanos” de turno lo habían impedido. La soberanía de Dios también implicaba que se oyera una voz profética para interpretar la historia de las miserias humanas de otra forma y de otra manera.

III.3. ¿Qué se pide a cambio de este tiempo nuevo? ¡Conversión! Que no es simplemente “hacer penitencia”. Si traducimos de esa manera el verbo que está a la base del texto (metanoéô) le habremos quitado su sentido primero y principal: cambiar de rumbo, de camino, de horizonte, de mentalidad. Convertirse  no es vestirse de saco y de ceniza. En Marcos, en el evangelio, en la predicación de Jesús, significa precisamente tomar una actitud nueva, una mentalidad creadora. Y es el segundo término el que mejor lo define: (unido a la conversión por un kai –y- “explicativo”) “creer en el evangelio”- Creer es “confiar” en las buenas noticias que vienen de parte de Dios. Esa es la conversión primera y fundamental. Sin eso no hay conversión, aunque nos vistamos de saco y ceniza.



III.4. La segunda parte del texto evangélico de hoy describe la llamada a ser discípulos (vv. 16-20) y también pone de manifiesto varias cosas: el evangelio siempre ha contado con testigos que desde el principio forman una comunidad. El anuncio del evangelio provoca decisiones personales creando comunidad y fraternidad. Jesús no es un solitario que anuncia ideas extrañas, sino alguien que llega al corazón de los hombres, hasta el punto de dejar su modo de vivir por la causa del Reino. Los que le siguen sentirán con él una experiencia nueva de vida para anunciarla a los otros («os haré pescadores de hombres»). No se trata simplemente de un Rabí que tiene discípulos para que aprendan, sino que todo eso lo deben invertir en los demás. Jesús se impone en su llamada, pero dejando libertad. El «sígueme» de Jesús, de su evangelio, es una palabra creadora, no es doctrina, no son ideas, sino que provoca un estilo de vida. Esta primera llamada de los discípulos, aunque conocidos, no debe interpretarse como el relato histórico de lo que sucedió realmente, aunque en cierta forma lo es; sino que pretende ser el apoyo directo de la reacción al anuncio de las buenas noticias del evangelio predicado por Jesús en Galilea. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).

domingo, 14 de enero de 2018

DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Vengan y lo verán”

Dejado atrás el tiempo de Navidad, con la celebración de Bautismo del Señor, celebración que sirve de puente para cerrar un ciclo e introducir en otro, somos invitados a considerar el itinerario espiritual de la vida cristiana en clave de llamada. Se podría decir que es la consecuencia de la serie de manifestaciones vividas en el ciclo de la Natividad: manifestación a los pastores, manifestación a los pueblos gentiles, manifestación a Israel.

Toda manifestación conlleva un reclamo de atención que se resuelve en búsqueda y seguimiento.  Fue el caso de los pastores, de los magos y de los que acogieron en Israel la venida del esperado Mesías.

Hoy la escucha y pronta respuesta de Samuel, marca la clave, desde la ignorancia que no impide la respuesta en la disponibilidad: aquí estoy porque me has llamado, a la indicación de la calidad de la respuesta: habla, Señor, que tu siervo escucha.

Así se inicia la andadura en este comienzo del tiempo ordinario.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

A Samuel no le fue sencillo discernir que era Dios quien lo llamaba. Escuchaba sin saber de dónde provenía la voz. Pero, aunque estaba confundido, se mantenía disponible, en apertura y presto a levantarse y responder. La guía de Elí le permitió a Samuel abrirse a otra escucha más profunda, por la cual entrar en contacto con Dios y conocer la misión que le estaba encomendada.

Lectura del primer libro de Samuel 3, 3-10. 19

Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: “Aquí estoy”. Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Pero Elí le dijo: “Yo no te llamé; vuelve a acostarte”. Y él se fue a acostar. El Señor llamó a Samuel una vez más. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Elí le respondió: “Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte”. Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha”. Y Samuel fue a acostarse en su sitio. Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: “¡Samuel, Samuel!”. Él respondió: “Habla, porque tu servidor escucha”. Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.
Palabra de Dios.

Salmo 39, 2. 4. 7-10

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé confiadamente en el Señor: Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R.

Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”. R.

“En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón”. R.

Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, tú lo sabes, Señor. R.
II LECTURA

Somos santuario del Espíritu Santo. ¡Dios vive dentro de cada uno de nosotros! San Pablo expone las consecuencias morales de esto: si somos templo del Espíritu, también nuestro cuerpo da culto a Dios en todas nuestras acciones.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13-15. 17-20

Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 1, 41. 17

Aleluya. Hemos encontrado al Mesías, es decir, al Cristo; por él nos han llegado la gracia y la verdad. Aleluya.

EVANGELIO

“Ellos no sólo manifestaron su amor a Jesucristo siguiéndolo, sino hasta en el modo de preguntarle. Por esto sigue: ‘Ellos le dijeron, ‘Rabbí’ (que quiere decir ‘Maestro’), ¿en dónde moras?’. Cuando todavía no habían aprendido nada de él, ya lo llaman Maestro, considerándose así como discípulos y manifestando la causa por la que lo siguen. Y lo que Andrés aprendió de Jesús, no lo retuvo para sí, sino que lleno de alegría corrió inmediatamente a contar a su hermano el bien que había recibido” (san Juan Crisóstomo, Homilía sobre san Juan, n. 17).

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 35-42

Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué quieren?”. Ellos le respondieron: “Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?”. “Vengan y lo verán”, les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”, que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas”, que traducido significa Pedro.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Estamos inmersos en una sociedad que parece no escuchar. Una sociedad marcada por un afán comunicacional que no deja espacio para la acogida de la palabra del otro y tampoco para considerar el relato existencial que el “otro” significa. Tenemos un problema no fácil de resolver. Hay demasiado “ruido” ambiental e interior. Parece que un cierto temor al silencio nos invade y los gritos del silencio no se escuchan. De ahí que las relaciones interpersonales estén expuestas a la quiebra.

En el silencio de la noche Samuel escucha cómo se pronuncia su nombre.

Lo entiende como llamada y en su razonamiento lógico, corre a ver qué se espera de él, poniéndose delante de Elí. El muchacho es pura disponibilidad: aquí estoy. Esto sucede por tres veces. La misma respuesta por parte de Samuel y la misma indicación proviene de Elí. Señala el autor que Samuel aún no conocía al Señor a pesar de estar entregado a El y vivir en su casa. Tocará a Elí señalar al pequeño Samuel lo que tiene que responder. Somos enseñados. La andadura cristiana no se aprende al margen del testimonio de los que preceden en el compromiso bautismal. Hay que aprender, dirá el Papa Francisco “el arte del acompañamiento espiritual”. No se trata de una comunicación de saber intelectual, sino de sabiduría espiritual que surge de la experiencia personal en el encuentro con el Señor. Aprender a escuchar.

Pablo nos hablara del sentido cristiano de la corporeidad.

La tentación de separar lo que Dios ha unido está a la orden del día. Hay que descubrir el valor de la corporeidad en la existencia humana. No es un accidente. No es algo que nos estorba la experiencia de encuentro con el Señor. Por eso dirá: el cuerpo es para el Señor y el Señor para el cuerpo. No tenemos otra vía y más segura que la está ligada a la humanidad. Y es ahí donde se encuentra la clave para no divagar en lo que se refiere a la experiencia de Dios. Si el Hijo de Dios asume la humanidad y en la corporeidad hace palpable a Dios mismo; si el ser humano en su corporeidad se convierte en templo en el que Dios habita, parece lógico que haya que redescubrir el sentido auténtico de la corporeidad para manifestar a través de ella nuestra pertenencia a Cristo. No es enemigo nuestro la corporeidad personal, sino que somos nosotros mismos: soy cuerpo y soy alma y en la unidad de ambos, con la armonía querida por Dios, podremos escuchar y responder a lo que se nos propone y encomienda.

Juan es el evangelista de los tiempos fuertes en la liturgia cristiana.

También, cada año, cuando comienza un ciclo nuevo, será de su mano que somos introducidos. El Bautista sabe quién es Jesús y cuál su misión. Lo ha dejado bien claro al definirse ante los que le preguntan. En este caso, dos de sus discípulos le escuchan decir: “Este es el cordero de Dios”. La fuerza de su testimonio hace soltar amarras a ambos, porque se van detrás de Jesús. Se trata de irse detrás de la Palabra y no quedarse en la Voz. El Bautista es sólo “voz que grita”. La Palabra es la que comunica la vida. Hay que escuchar la voz para acoger la Palabra. En definitiva hay que aprender a escuchar.

Y escuchando bien, el seguimiento parece una consecuencia natural. Pero esto resulta insuficiente. Conviene clarificar la razón del seguimiento, purificar la escucha. Se escuchan  tantas cosas e importan sólo muy pocas. Por eso Jesús preguntará: “¿qué buscan?”. Esa pregunta se torna personal: ¿qué busco yo?, porque para responder al que pregunta, debo tener bien claro qué busco. No respondieron la pregunta, tal vez porque no tenían claro lo que Juan había indicado, ya que preguntan: ¿Dónde vives?. Pudiera parecer una simpleza y no lo es. Tener claro dónde habita Dios es vital para cada bautizado. Se nos tiene que indicar, no lo inventamos nosotros y tampoco es la lógica consecuencia de la especulación humana. Para saberlo hay que aceptar la invitación que se nos hace: “Vengan y lo verán”. Se trata de experiencia de comunión de vida, que produce al mismo tiempo una sabiduría existencial que va más allá. De ella surge, necesariamente la misión que se descubre a partir del encuentro con El. Por eso Andrés comparte con su hermano lo que ha encontrado: “Hemos encontrado al Mesías”. Toca hoy vivir esa misma experiencia para poder llevar a los que buscan y parecen no hallar nada, al lugar en el que habita Cristo. Buen reto y mejor tarea.

ESTUDIO BÍBLICO.

Seguir a Jesús es sentirse "llamados"
           
Los textos de este domingo II del Tiempo Ordinario nos presentan el tema de la “vocación”, de la llamada. Sabemos que Jesús llamó a algunos  discípulos que le siguieron. Pero la llamada es para todos, no solamente para privilegiados o para perfectos. Sin vocación, la vida no tiene sentido y menos una vida “religiosa” si esta la entendemos como don y como gracia. Porque también hay que saber recibir los dones y las gracias.

I Lectura: 1 Samuel (3,3-9.19): Habla Señor, que tu siervo escucha

I.1. La lectura de Samuel nos relata la vocación profética de Samuel, el niño que la madre consagró a Yahvé como prenda por haberle concedido el don e la maternidad. Pero no basta, para ser un profeta u hombre de Dios, que nuestros padres nos destinen a ello. Hace falta una “llamada”, la vocación, y la respuesta más personal a la palabra de Dios. Samuel, que sería un profeta que habría de conducir al pueblo hasta la llegada de David, vivía con el sacerdote Elí en el santuario donde estaba depositada el arca de la Alianza. Los hijos de Elí, por el contrario, no seguirían los pasos de su padre, no heredarían su carisma; al contrario, sería Samuel el llamado por Dios para ser su profeta; porque el profetismo no se hereda, ni es una institución que se aprenda, sino que hay de descubrirla.

I.2. La vocación de Samuel se describe con rasgos propios de las leyendas antiguas, en las que se oye la voz de Dios. En el silencio, en la noche. Es una experiencia fascinante que no le deja dormir al muchacho. Estima que es Elí quien le llama, y es éste quien se da cuenta que es Yahvé quien está por medio en todo este asunto. Y así el maestro le enseña a decir a discípulo, no como un rito, sino como el don de la propia vida: «habla, Señor, que tu siervo escucha». Escuchar la voz de Dios en la vida personal es un verdadero reto, que no todos saben afrontar. Elí, el viejo sacerdote-profeta, tiene experiencia de Dios y se la comunica a alguien que está en disposición de ello; lo contrario de lo que sucede con sus hijos. No es lo mismo vivir con “vocación” que sin ella. Esta vocación se descubre de muchas formas y de muchas maneras: unas veces buscando y otras sin que sepamos por qué. Es evidente que estamos hablando en el contexto de una experiencia religiosa extraordinaria, lo que es respetable. Debemos ser capaces de ver a Dios, de escucharle si queremos, en las realidades de nuestra vida personal y de los que nos rodean. No habrá vocación, sin embargo, si no estamos dispuestos a escuchar a Dios.

II Lectura: 1 Corintios (6,13-15.17-20): El cuerpo revela nuestra interioridad.

II.1. La segunda lectura está tomada de 1ª Corintios, una carta muy compleja desde muchos puntos de vista. Y para comprender esta carta y este texto de hoy debemos conocer algunas cosas de aquella comunidad de la capital de Acaya, en la que Pablo se empeñó a muerte en su misión de apóstol y en ofrecer una identidad verdaderamente cristiana a esta comunidad. Se trata de un texto que debemos saber contextualizar y conocer por qué lo escribe San Pablo. Corinto era una ciudad famosa por su santuario a Afrodita, la diosa del amor, al que acudían gentes que llegaban a la ciudad doblemente portuaria desde las regiones lejanas y limítrofes. El hecho de la prostitución sagrada era una perversión del amor y de la sexualidad humana según san Pablo. Precisamente por ello el apóstol hace una teología del «cuerpo» humano, que no es la carne y la sangre, aquello que nos llevará a la muerte; sino de lo más interior a nosotros mismos, que es lo que no podemos entregar a la irracionalidad. La “antropología” bíblica que subyace en esta concepción del cuerpo del texto paulino es manifiesta: no es dicotómica, dualista, sino es una realidad única: interior-exterior, alma-cuerpo.

II.2. Esto, probablemente, lo escribe Pablo, porque algunos convertidos al cristianismo no veían inconveniente en participar en esos ritos sagrados de la sexualidad, y por ello afronta la cuestión desde la clave más profunda de la fe cristiana: la resurrección de los cuerpos, que volverá a afrontar en el c.15 de esta misma carta. La sexualidad forma parte de nuestro ser; si la entregamos al comercio y a lo irracional, pierde todo el valor positivo que el Creador ha puesto en ella; la reducimos a la animalidad. Pero ni lo irracional, ni lo animal están llamados a la resurrección. El cuerpo no es simplemente lo exterior, lo que se ve, lo que se gasta: el cuerpo lleva en su seno el misterio de la persona, de la interioridad, de la misma libertad. Por eso si entregamos nuestro cuerpo a cualquiera o a cualquier cosa, eso es una idolatría. Es decir, estaremos sometidos a los ídolos, que no son más que irracionalidad y ceguera. La actualidad de este tema hoy, sabemos que se puede cifrar en entregar nuestro cuerpo, nuestra persona, nuestra mente y nuestra voluntad a la droga o al dinero. También aquí, con esta simbología del “cuerpo”, se sugiere la verdadera dignidad de nuestra vocación humana y cristiana.

Evangelio: Juan (1,35-42): ¿Dónde habitas?

III.1. El evangelio de hoy nos presenta la forma en que Jesús acogió a sus primeros discípulos. No se hace por medio de una llamada concreta de Jesús, - como sucederá después con Felipe, Jn 1,43ss-, sino de otra forma distinta. Probablemente en el evangelio de Juan hay una intencionalidad manifiesta: el paso de los discípulos del Bautista a Jesús. Es una escena que viene después de la presentación que Juan el Bautista ha hecho de Jesús a sus seguidores. Por eso, como respuesta inmediata, dos de esos discípulos (uno de ellos se identifica como Andrés, el hermano de Pedro), se interesan por la vida de Jesús. De ahí la pregunta: “Maestro ¿dónde habitas?”. No es necesario entrar en la cuestión del “otro” discípulo, que, desde luego, no es necesario identificar con el discípulo amado, y tampoco a éste con Juan el hijo del Zebedeo en cuanto autor de este evangelio, como muchos han defendido y siguen defendiendo. El evangelista subrayaba así que Juan el Bautista había cumplido su misión; ésta había terminado, y sus seguidores debían atender a aquél que él llama el «Cordero de Dios». No podemos establecer con seguridad los puntos históricos de esta narración. No sabemos a ciencia cierta si eso fue así, ya que la tradición de los evangelios sinópticos parece más primitiva y nos habla de la llamada directa de Jesús a Pedro y a su hermano Andrés, para que dejaran sus redes y le siguieran.

III.2. ¿Dónde vivía Jesús? No se nos dice en el relato, porque su intención es poner de manifiesto que su modo de vida es lo que se describirá a lo largo del evangelio. Han visto ya algo que fascina a estos discípulos, para dejar al Bautista y seguir a Jesús, y comunicar la noticia al mismo Pedro. Con ello, el Bautista no se encuentra desairado, porque en otro momento él mismo dice: «es necesario que El crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30). Así, pues, una vez que Juan el Bautista ha cumplido la misión que le correspondía –según se piensa en la tradición cristiana que Juan, como los sinópticos, recoge-, llega el momento de “seguir” a Jesús, de vivir con él, de contemplar su morada. El simbolismo del evangelio joánico enriquece verdaderamente esta escena sobre la iniciativa de los discípulos. No los ha llamado el Maestro, pero Juan sí les ha trazado el camino. A veces, alguien puede descubrirnos nuestra “vocación”; lo importante es saber discernir y poder dedicarse a ello.

III.3. El encuentro de Pedro, con Jesús, es presentando en Juan de una forma muy particular, distinta a los sinópticos. Aquí se adelanta su hermano Andrés en su decisión a seguir al Maestro. Pero lo que importa siempre es la disposición. El que Pedro reciba un nombre nuevo “Kefas”(piedra), con todo lo que ello significa, forma parte también del misterio vocacional. Un nombre nuevo es un destino, un camino, una vida nueva, una misión. Todo esto está sugerido en esta escena vocacional. Desde luego, aceptar a Jesús, su vida, su ideas y su experiencia de Dios, no puede dejarnos donde estábamos antes. Todo ha de cambiar, sin que haya que exagerar actitudes espirituales o morales. Seguiremos a Jesús y su evangelio, y volveremos a sentir la necesidad del perdón y de la gracia, porque la debilidad nos acompaña siempre. Pero con un nombre nuevo se nos dice que el horizonte de nuestra existencia es Aquél que trae la luz y la vida al mundo, como se pondrá de manifiesto en todo el evangelio joánico. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).