domingo, 8 de noviembre de 2015

DOMINGO 32º DEL TIEMPO ORDINARIO


"Esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros..."

La relación con Dios nunca es una relación que se mida y se compute, no se cuenta y se contabiliza, es algo que se “pesa” en la calidad de la entrega de cada uno, y en la que la generosidad con los otros es la medida para calibrar la relación con Dios. No es lo mucho o lo poco que se dé, lo mucho o lo poco que se haga, lo mucho o lo poco que se entregue uno… es hacerlo todo desde el sentido de la entrega sin guardarse nada para uno mismo, sin dobleces ni egoísmos escondidos… sin vanidades ni falsas autoimágenes, sin miedos ni escondites ocultos, dar todo lo que uno es, todo lo que uno tiene, mucho o poco, pero lo que uno es… en la verdad, no en la pose, la imagen y la fama: la generosidad sólo será real, cuando se hace sin que se note…

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Esta viuda está en una situación extrema, a tal punto que piensa que ella y su hijo morirán. Nadie se ha fijado en ellos para darles una mano; resultan insignificantes para el sistema. Dios puso su mirada en esa casa y, por eso, envió al profeta. La vida se abrirá camino en la confianza y la solidaridad de esta viuda, que está dispuesta a dar todo lo que tiene.

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 8-16

La palabra del Señor llegó al profeta Elías en estos términos: “Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí yo he ordenado a una viuda que te provea de alimento”. Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber”. Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: “Tráeme también en la mano un pedazo de pan”. Pero ella respondió: “¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos”. Elías le dijo: “No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: ‘El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo’”. Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.
Palabra de Dios.

Salmo 145, 6c-10

R. ¡Alaba al Señor alma mía!

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

II Lectura

El autor continúa comparando la obra de Jesús con los antiguos ritos. Además resalta la entrega total de Cristo, hecha de una vez y para siempre. Esta ofrenda al Padre nos libra del pecado y nos trae salvación.

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28

Cristo no entró en un santuario erigido por manos humanas –simple figura del auténtico Santuario– sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio. Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mt 5, 3

Aleluya. Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIO

¡Qué agudeza y qué sabiduría en la mirada de Jesús! Allí están los escribas, los que hacen todo “para ser vistos”. Y también está esta viuda insignificante y silenciosa, a la que nadie presta atención. Jesús estaba ahí, sentado, mirando, y llamó la atención a los discípulos, que estaban muy distraídos y deslumbrados con todo lo que había en el templo. En nuestros templos y en nuestras asambleas, ¿es posible tener esta serenidad y una mirada atenta como la de Jesús para descubrir que, también en las personas que son aparentemente más insignificantes, está presente el Reino de Dios?

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 38-44

Jesús enseñaba a la multitud: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad”. Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

1.      Las polémicas con los escribas y fariseos siempre suelen estar orientadas en la enseñanza de Jesús hacia el desenmascarar una falsa relación con Dios. Hoy a cuenta de la actitud en el templo -podemos imaginarnos la escena, Jesús sentado en las gradas del Templo de Jerusalén, observando y enseñando, rodeado de sus discípulos- lanza una severa diatriba contra la actitud religiosa de los Escribas de Israel, que utilizaban a Dios, el culto, la oración, como una excusa terrible para su propio beneficio, para comer, enriquecerse, ser honrados por encima de los demás y alimentar un falso ego, una falsa imagen, con sus mantos y sus ropajes lujosos, de quien se coloca a sí mismo por encima de la verdad y de Dios mismo.

2.      El contraejemplo que muestra es claro. Una pobre viuda -con lo que significaba social y económicamente ser viuda y pobre en el Israel de los tiempos evangélicos, sin ayudas, sin protección, sin recursos, casi con un pie en la indigencia y otro en la mendicidad- que no puede ofrendar al templo más que una pobre moneda, dos reales, un as, un euro casi que diríamos hoy, que no tiene en sí apenas valor monetario, pero que a los ojos atentos de Jesús, supone más, mucho más, que todas las grandes ofrendas de los ricos y poderosos, hechas en gran cantidad y riqueza.

3.      Y es que Jesús nos deja meridianamente claro en su enseñanza de hoy, que no es dar mucho o poco, no es el ofrendar más o menos lo que mide la relación con Dios, No es lo mucho o lo poco que se dé, lo mucho o lo poco que se haga, lo mucho o lo poco que se entregue uno: Jesús alaba a la viuda no por la cantidad de la entrega, sino por su calidad… La relación con Dios verdadera es la de quien lo hace todo desde el sentido de la entrega sin guardarse nada para uno mismo, sin dobleces ni egoísmos escondidos, sin vanidades ni falsas autoimágenes, sin miedos ni escondites ocultos. Es dar todo lo que uno es, todo lo que uno tiene, mucho o poco, pero lo que uno es, lo que muestra la verdadera generosidad, la verdadera relación con Dios… y en la verdad, no en la pose, la imagen y la fama: la generosidad sólo será real, cuando se hace sin que se note.

4.      La lectura del Primer Libro de los Reyes, nos da el mismo ejemplo con el profeta Elías y la viuda de Sarepta. Esta, da todo lo que tiene, su generosidad no se mide por la cantidad -un puñado de harina y los restos del aceite de la alcuza- sino por el mismo gesto de la entrega de quien no se guarda nada para sí, de quien en la verdad de la humildad y la sencillez, se entrega por entero, para ayudar a otro…

5.      Dos apuntes más para preparar esta homilía. Una la enseñanza de hacerlo todo con el cuidado de no buscar el reconocimiento, que otros lo vean y nos alaben, hacer lo que sea que consideremos que Dios nos pide, no porque toca, no porque otros lo vean, no porque así me tendrán en consideración, no por dar una imagen, sino porque en la verdad del corazón nace el compromiso. Y dos… la capacidad de observación de lo pequeño. En cristiano, es en lo pequeño, en los detalles, en lo que suele pasar desapercibido y nadie ve, donde se juegan las claves más importantes de la entrega, no suele ser con grandes palabras o grandes gestos como se llega a los corazones de los otros, es en lo que casi ni se ve, donde se abre el corazón… y Jesús tiene la capacidad de fijarse en eso, invitándonos, enseñándonos, compartiéndonos, una fundamental enseñanza del evangelio, la de que lo concreto y lo pequeño, es lo realmente importante en nuestra vida.


ESTUDIO BÍBLICO

El culto verdadero es entregar la vida

Iª Lectura: 1Reyes (17,10-16): Dios está con los que le necesitan

I.1. Esta lectura es del ciclo del profeta Elías, el profeta más venerado de la tradición de Israel, aquél que se esperaba para anunciar le llegada del Mesías y abrirle camino. El profeta Elías lucha contra los falsos dioses y los cultos cananeos que se prodigaban en territorio de Israel. El marco en que aparece este relato es una sequía que estaba a punto de matar de hambre a los habitantes del pueblo. Lo curioso de todo ello es que aquí, el profeta, anuncia el fin de esa sequía, pero no precisamente en territorio del pueblo elegido, sino en Fenicia, en Sidón, en una aldea llamada Sarepta, donde una viuda a penas puede atender a la petición del profeta, que se vale de este signo para anunciar que Dios hará que no falte el pan y el aceite (porque vendrá la lluvia y habrá trigo y el olivo dará su fruto).

I.2. Esta escena, podemos recordarlo, es la que Lc 4,14-30 ha elegido como paradigma para defender la libertad de la gracia de Dios que llega a todos los hombre y a todos los pueblos, en la famosa escena de Nazaret. Elías, pues, en vez de hacer este signo en territorio del pueblo de la Alianza, es a una viuda (en el AT las viudas representas a los pobres y necesitados) a la que le llega esta gracia. El profeta le pide pan que la mujer está a punto de hacer para ella y su hijo, aunque cree que no sobrevivirán. ¿Le pide el profeta un imposible? Todo es un simbolismo del relato, para poner de manifiesto que Dios no abandonará a sus hijos. Con ello, el relato de hoy quiere poner de manifiesto que los pobres siempre son más generosos para compartir que los que gozan de todo.

IIª Lectura: Hebreos (9,24-28): El sacrificio de nuestra misma vida

II.1. La segunda lectura del día prosigue con la teología del sacerdocio de Cristo, que es primordial en esta carta. En esta lectura se subraya, más que en ningún otro momento, la diferencia entre lo que hace Cristo como sacerdote y el papel del sacerdocio de la antigua Alianza. El texto está construido con una serie de elementos de contraste entre lo antiguo y lo nuevo, el tipo y el anti-tipo, para resaltar la originalidad de la acción de Cristo en su misión sacerdotal de borrar el pecado del mundo. El que Cristo pudiera entrar en la intimidad de Dios, el santuario celeste, con su propia vida, y no con sangre ajena de los sacrificios de animales, es de un valor imperecedero. Ello pone de manifiesto que lo que Dios quiere es el corazón del hombre, ya que Cristo le ha ofrecido su vida a Dios de una vez para siempre..

I.2. Ya, pues, no son necesarios los sacrificios de animales, porque no valen para nada. Si tiene valor el concepto sacrificio y todo lo que ello significa es porque se apunta a una entrega de la vida y de la existencia a Dios y a los hermanos. Esta forma de hablar, que en cierta manera no se desprende de un lenguaje ritual, demanda la abolición del pecado. Eso no quiere decir que el “pecado” no siga existiendo y apoderándose del corazón humano, pero el pecado no ha de triunfar sobre este mundo, ni sobre el corazón del hombre. El mal está vencido en ese acto de amor de Cristo. Este mundo, pues, se consumará un día y entonces el pecado habrá desaparecido. Pero mientras vivimos y este mundo sea mundo, tenemos la fuerza de Cristo para vencer el pecado. Esta es, pues, una exhortación para vivir el misterio de la gracia que Cristo nos ha ganado.

Evangelio: Marcos (12,36-44): La religión sin fe, no es verdadera

III.1. Marcos, antes del discurso escatológico y de la pasión, nos ofrece una escena que está cargada de simbolismo. Se retoma, en cierta forma, el papel de la viuda y el profeta Elías, como en el texto de 1Re 17,10. Las palabras contra los escribas que buscan los primeros puestos… y más cosas, es probablemente una advertencia independiente, pero que se entiende en nuestro texto con la narración que describe la acción de la viuda. Jesús, en el Templo, está mirando a las personas que llegan para dar culto a Dios. A Jerusalén llegaban peregrinos de todo el mundo; judíos piadosos, pudientes, de la cuenca del Mediterráneo, que contribuían a la grandeza de Jerusalén, de su templo y del culto majestuoso que allí se ofrecía. Siempre se ha pensado que el culto debe ser impresionante e imperecedero.

III.2. ¿Está Jesús a favor o en contra del culto? Esta pregunta puede parecer hoy capciosa, pero la verdad es que debemos responder con inteligencia y sabiduría. ¡No! ¡No está Jesús contra el culto como expresión o manifestación de la religión! Pero también es verdad que no hace del culto en el templo un paradigma irrenunciable. Jesús respeta y analiza… y saca las consecuencias de todo ello. No dice a la mujer que se vaya a su casa… porque todo aquello es mentira. No era mentira lo que ella vivía, sino lo que vivían los “prestigiosos” de la religión que no eran capaces de ver y observar lo que él hizo aquella mañana y enseñó a los suyos con una lección de verdadera religión y culto.

III.3. Si nos fijamos, Jesús está proponiendo el culto de la vida, del corazón, ya que aquella viuda pobre ha echado en el arca del tesoro lo que necesitaba para vivir. Ella estaba convencida, porque así se lo habían enseñado, que aquello era para dar culto a Dios y entrega todo lo que tiene. Es, si queremos, un caso límite, con todo el simbolismo y la realidad de lo que ciertas personas hacen y sienten de verdad. Lo interesante es la “mirada” de Jesús para distraer la atención de todo el atosigamiento del templo, del culto, de los vendedores, de lo arrogantes escribas que buscan allí su papel. Esa mirada de Jesús va más allá de una religión vacía y sin sentido; va más allá de un culto sin corazón, o de una religión sin fe, que es tan frecuente.

III.4. Esa es, pues, la interpretación que Jesús le hace a sus discípulos. Los demás echan de lo que les sobra, pero la vida se la reservan para ellos; la viuda pobre entrega en aquellas monedas su vida misma. Ese es el verdadero culto a Dios en el templo de la vida, en el servicio a los demás. Sucede, pues, que la viuda (con todo lo que esto significa en la Biblia) ofrece una religión con fe, con confianza en Dios. Y solo Jesús, en aquella barahúnda, es capaz de sentir como ella y de tener su mirada en penetrante vigilancia de lo que Dios desea y quiere. Una religión, sin fe, es un peligro que siempre nos acecha… que tiene muchos adeptos, a semejanza de los escribas que buscan y explotan a los débiles, precisamente por una religión mal vivida e interpretada. Jesús ha leído la vida de aquella pobre mujer, y desde esa vida en unas pocas monedas, ha dejado que lleve adelante su religión, porque estaba impregnada de fe en Dios. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).