domingo, 25 de octubre de 2015

DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Jesús dijo al ciego, anda tu fe te ha curado”

La liturgia del día de hoy se centra en el milagro que Jesús realiza en un ciego camino de Jerusalén. El relato evangélico no se limita a comentar la acción sanadora de Jesús sino que va más allá mostrándole el “camino” de su seguimiento. Es el encuentro de un pobre hombre marginado que se identifica con Jesús Nazareno y se compromete con su proyecto liberador.

Las otras dos lecturas de este día también nos hablan de otros encuentros con Dios, en distintos tiempos o épocas. En la primera, Jeremías anima a su pueblo después del cautiverio de Babilonia y le invita a la alegría, el argumento que emplea es sencillo, que Dios es padre, os guiará y llevará a Jerusalén por un camino llano en el que no tropezareis. Merece la pena detenerse en el Salmo Interleccional de este día, es el Cántico de los peregrinos que, liberados de tantos sufrimientos, caminan gozosos hacia Jerusalén entre risas y cantares porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

También la lectura de la carta a los Hebreos nos hace pensar en otro encuentro más íntimo y personal, a veces olvidado, es un encuentro con el Padre a través del Sacramento de la Penitencia. En él obtenemos el perdón de los pecados por el ministerio sacerdotal de unos hombres que por ser humanos “están rodeados de debilidad, para que puedan comprender a los ignorantes y extraviados”. Así define el autor de esta Epístola lo que entiende por pecado.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Con amor de Padre, Dios está haciendo algo nuevo. Aquí se anuncia la vida renovada. Los primeros beneficiados son aquellos que más la esperan: los exiliados, los ciegos, los paralíticos, las embarazadas, las madres jóvenes... En estas personas, el don de Dios se hace patente, y con ellas, él recrea a su pueblo.

Lectura del libro de Jeremías 31, 7-9

Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: “¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!”. Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡Es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Palabra de Dios.

Salmo 125, 1-6

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

II LECTURA

En el antiguo Israel, los sacerdotes pertenecían a la descendencia de Aarón, se casaban y transmitían este cargo por herencia. Por eso, el texto de hoy dice: “Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón”. Con Jesucristo comienza un nuevo sacerdocio, que no depende de la herencia, sino de la gracia de Dios. Este cargo lo recibimos todos el día de nuestro bautismo, para interceder unos por otros.

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6

Hermanos: Todo Sumo Sacerdote del culto antiguo es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de Aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. Como también dice en otro lugar: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.
Palabra de Dios.
ALELUYA        cf 2Tim 1, 10

Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia. Aleluya.

EVANGELIO

¡Cuántos son los que gritan al borde del camino! Son lo que han sido excluidos, y están esperando una transformación que los ponga de pie. ¿Qué haremos nosotros? ¿Hacerlos callar, para que sus reclamos no nos molesten? ¿O hacernos cercanos a ellos y decirles: “¡Ánimo, levántate!”? Quienes caminamos con Jesús, no podemos desentendernos de los que están al borde del camino. Jesús está pasando, y quiere todo un pueblo caminando con él.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 46-52

Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”. Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

El ciego Bartimeo gritaba, Hijo de David, ten compasión de mí.

Nos encontramos ante uno de los pasajes evangélicos más conocidos, se trata de la sanación de un ciego de nacimiento que en el encuentro con Jesús recobra la vista. La narración de este episodio es fundamental para entender el proceso de la fe. El relato presenta unas secuencias o pasos previos, muy sugerentes, hasta llegar a una fe viva que culmina en el compromiso cristiano. Pasamos a comentarlo con más detalle.

El evangelio de Marcos, nos presenta a Jesús rodeado de sus seguidores camino de Jerusalén donde va a consumar su misión en la cruz. Es importante hacer notar que para los evangelistas este peregrinaje hacia Jerusalén es un tiempo y una ocasión que Jesús aprovecha para mostrar a sus seguidores, las características de su proyecto mesiánico, los valores del Reino de Dios, e intentar cambiar su mentalidad, llamándolos a la conversión. Sus paisanos y amigos eran gente sencilla y a la vez sincera, que le seguían, pero su religiosidad estaba centrada en la normativa rígida de la ley, comentada por escribas y fariseos. Su concepto de Dios se fundamentaba más en el temor que en el amor. En este relato, nos encontramos ya en el último tramo del camino, van dejando atrás la pequeña aldea de Jericó, ya se divisa Jerusalén, donde Jesús consumará su acción liberadora muriendo en la cruz. El clima y sus palabras, en este contexto, son por ello muy significativas. Es en este escenario donde se produce el milagro en la persona del ciego Bartimeo. Todos los detalles de este relato son muy interesantes para conocer el proceso interior que se obra en este pobre ciego.

Está sentado al borde del camino pidiendo limosna, en aquella sociedad era un marginado, habría pecado él o sus padres, la cultura judía así lo veía. Era un espectador, pero había oído hablar de Jesús, un profeta que hacía milagros. Todos estos detalles tienen la intencionalidad de hacernos ver que no era un creyente ni un seguidor de Jesús, era más bien un excluido que no contaba nada en una sociedad tan religiosa y convencional.

Este hombre ciego percibe la llegada de un personaje del que había oído hablar. Aquí comienza un proceso que despierta un interés y una esperanza que no renuncia a la búsqueda de un remedio que cambie su vida. A la vez, en lo más profundo de su interioridad, se despierta su religiosidad. Hay que pensar que como israelita habría sido educado en un clima religioso que, aunque escéptico por su situación, estaba ahí. Todo ello, le conmueve y le lleva a gritar repetidamente: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mi”.

Esta exclamación es importante pues es un modo de reconocer que aquel profeta, que pasa a su lado, no es un curandero vulgar, ni siquiera un profeta más, por eso le llama “Hijo de David”. Estamos ya ante un movimiento interior que le lleva hacia una expresión de auténtica fe en Jesús, el enviado de Dios, pues todo buen judío sabía que el Mesías, sería de la estirpe de David.

Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo.

La gente cercana al ciego se lo comunica diciéndole: ánimo levántate que te llama… Es importante señalar el papel de la gente, el ánimo de la comunidad que acompaña diciéndonos que podemos levantarnos. Todo este proceso le hace tomar conciencia de su propio valor, no se siente ya solo, al margen de la vida, se pone en movimiento. All decir que soltó el manto, deja el pasado, da un salto y se acerca a Jesús que le dice: “Que quieres que haga por ti”, el ciego le contestó. “Maestro, que pueda ver”. Jesús le cura y añade algo sustancial: Anda, tu fe te ha curado, es la respuesta de Jesús. Viene a decirle, no soy yo, ni mi Padre, eres tú, es tú fe, porque confías en Alguien, que está en ti y puede sanarte.

El dinamismo de la Fe Cristiana

En el proceso de la fe Dios toma siempre la iniciativa. Así actuaba Jesús en su vida pública, pues llamaba a hombres y mujeres a la conversión. Los evangelistas nos dicen que Jesús predicaba, que explicaba su proyecto, lo que él llamaba el Reino de Dios o de los cielos, que son la misma cosa, era una llamada a la conversión,pero no era una llamada a ciegas y el seguimiento tampoco era fruto de un entusiasmo emocional. Algunos le seguían, otros no, tendrían ataduras, verían inconvenientes que frenaban sus deseos iniciales y se quedaban como espectadores, al margen del camino. En ambos casos Jesús respetaba y respeta los procesos íntimos del ser humano, la libertad interior, no se impone. El seguimiento de sus primeros discípulos era fruto de una identificación con el proyecto del Reino, que al hacerlo suyo, acababa en una respuesta incondicional.

 Y lo seguía por el camino…

Al llegar a este punto, lo que puede parecer que es solo un relato de sanación, hemos de verlo con la intencionalidad del evangelista, que a través de este milagro nos ofrece un mensaje más amplio que viene a ser una autentica catequesis sobre la acción liberadora de Jesús. Por eso no se limita a presentarnos a Jesús como el hombre que hace milagros, no es un curandero, que restaura la salud perdida. Jesús va más allá, busca la sanación integral de la persona que está en la salud física y es su bienestar total que abarca también lo psíquico, lo espiritual, y la misma integración social. Es la liberación autentica del ser humano que se siente plenamente realizado al descubrir una nueva vida llena de sentido.

Por eso al final de este episodio deja caer, como de pasada, que el ciego al recobrar la visión seguía a Jesús por el camino. Es decir, al descubrir a Jesús lo sigue sin condiciones, ha dejado todo al borde del camino, va ligero de equipaje, tiene una visión nueva de las cosas, se incorpora al proyecto de Jesús que terminará en la subida a Jerusalén y en la cruz. Podemos decir que la luz, que recobraron sus ojos le hicieron ver la Luz.



ESTUDIO BÍBLICO

¡Maestro, que pueda ver! El milagro de la fe

Iª Lectura: Jeremías (31,7-9): En las manos de Dios, que es Padre

I.1. Esta lectura, de profeta Jeremías, nos ofrece un mensaje de salvación que es digno de resaltar, ya que a este profeta le tocó vivir la tragedia más grande de su pueblo: el destierro de Babilonia. El destierro y su vuelta es semejante al éxodo. El destierro ha marcado a Israel casi como el éxodo. En realidad estos veros que hoy leemos no los podríamos clasificar de fáciles. Se habla ¿a Israel o a Judá? ¿son de Jeremías o de sus discípulos? La vuelta se describe no solamente como posesión de de la tierra, sino también como nueve hermanamiento de los del norte y los del sur, de Israel y Judá. Es un retorno idílico, utópico que solamente está en las manos de Dios. Para un profeta verdadero toda la historia está en las manos de Dios y el pueblo debe estar abierto a las mejores sorpresas.

I.2. Jeremías fue un profeta crítico, radical, pero en este caso saca de su corazón la mejor inspiración para poner de manifiesto que de un «resto», de lo que es insignificante, puede resurgir la esperanza, e incluso el antiguo pueblo del norte, Israel, volverá a unirse al del sur, Judá, para juntos emprender un marcha hacia la fuente de agua viva, que es Dios. Desde los cuatro puntos cardinales afluirán hacia una gran asamblea (que no se dice dónde), en la que caben ciegos, cojos, mujeres encinta; es decir, todos están llamados a la esperanza. ¿Por qué? La razón de este oráculo la encontramos al final: porque Dios es un Padre. Esta será también la teología de Jesús. Dios está cerca de los suyos como un padre, algo a lo que no se había atrevido la teología oficial judía. Y la verdad es que mientras no experimentemos a Dios como un padre y como una madre, no entenderemos que creer en Dios tiene sentido eterno.

IIª Lectura: Hebreos (5,1-6): Solidaridad sacerdotal de Jesús

II.1. La carta a los Hebreos sigue ofreciéndonos la teología de Jesucristo como sumo sacerdote, que es uno de los temas claves de esta carta. Como sacerdote debe ser sacado de entre los hombres. No comienza siendo sacerdote “desde el cielo”, sino desde la tierra, desde lo humano. Y además, este sacerdote “humano”, para introducirnos en lo “divino”, no ofrece cosas extrañas o externas a él, sino su propia vida como “expiación” porque se siente compasivo con sus hermanos y los pecados del pueblo. Es un lenguaje sacrificial, imprescindible para aquella mentalidad, pero que va más allá de lo puramente sacrificial o ritual. En su vida sacerdotal, Jesús, no necesito más que su propia vida para ofrecerla a Dios. Esta es la verdadera solidaridad con sus hermanos los hombres.

II.2. En la lectura de hoy, pues, se resalta especialmente que este sacerdote está «entre los hombres», no está alejado de nosotros. Y aquí es donde Jesús es único, porque sabemos que entre los hombres se viven las miserias de pecado. Y está ahí, justamente, para intervenir en favor nuestro, nunca estará contra nosotros. Está ahí para disculparnos, para explicar nuestras debilidades, para defendernos contra toda arrogancia. Estando entre nosotros, percibe mejor que nadie que muchas veces nos equivocamos por ignorancia o por debilidad. Esta tarea de Cristo como Sumo Sacerdote viene a poner de manifiesto que no era así en las instituciones del pueblo judío y que los sacerdotes hicieron todo más difícil para el pueblo alejándose de él. Sabemos que los sacrificios son signos y símbolos de lo que se busca y de lo que se tiene en el corazón, y es ello lo que Jesús (que recibe esta misión de Dios) realiza ante Dios por nosotros.

III. Evangelio: Marcos (10,46-52): El seguimiento y la fe de un ciego

III.1. En el evangelio de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Se sitúa en Jericó, la ciudad desde la que se subía a la ciudad santa en el peregrinar de los que venían desde Galilea. Jesús se encuentra al borde del camino a un ciego. Por razones que se explican, incluso ecológicamente, los ciegos abundaban en aquella zona. Está al borde del camino, marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían alguna tara física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. El camino de Jesús hasta Jerusalén es muy importante en todos los evangelios (más en Lucas). En ese camino encontrará mucho gente. Los ciegos no tienen camino, sino que están fuera de él. Jesús, pues, le ofrecerá esa alternativa: un camino, una salida, un cambio de situación social y espiritual.

III.2. El gesto del ciego que abandona su manto y su bastón, donde se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la fuerza que le impulsa a “ir a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y no se acerca él hasta el ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama. Las palabras y los gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su justa medida. Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece a primera vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego interpela como “hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a seguirle a varias personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le llama aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación verdadera será el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de los mismos discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”. El ciego no estará preocupado por ello. De ahí que la escena del ciego Bartimeo en este momento, antes de subir a Jerusalén, donde se juega su vida, es muy significativa.

III.3. La insistencia del ciego en llamar a Jesús muestra que lo necesita de verdad y lo quiere seguir desde una profundidad que no es normal entre la multitud. Jesús le pide que se acerque, le toca, lo trata con benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo de fe y de esperanza. Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni se encierra en su alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a seguir a Jesús; esto es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el camino que le lleva a Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La vista recuperada le hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y seguir a Jesús hasta donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro no queda solamente en eso, sino que se convierte en una narración que nos introduce en el momento más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte en Jerusalén. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).


domingo, 18 de octubre de 2015

DOMINGO 29º DEL TIEMPO ORDINARIO


“El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida”

Servicio, entrega, vida. Son palabras que en las lecturas de este domingo cobran una fuerza inusitada desde la aparente debilidad que para muchos supone la donación personal. Jesús deja claro a sus discípulos que su vida está puesta al servicio de los demás hasta el punto de morir por ellos. Su palabra ha sido contundente: dar su vida en rescate por todos. Esa misma palabra que es capaz de desentrañar las intenciones de nuestro corazón y dejar al descubierto lo que nos mueve a seguirle. Entonces surge la pregunta obligada ¿aspiramos a servir desde el poder que somete o desde la entrega que salva? Porque la paradoja es ésta, como suele acontecer con el evangelio: que dándonos es como recibimos y perdiendo la vida es como la ganamos para siempre.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El servidor de Yavé se entrega por entero. Tiene puesta su confianza en Dios, y eso le da la fortaleza y la claridad para realizar su misión. En medio de los rebeldes, él obedece la voluntad de Dios. En medio de los pecadores, él es el santo. Su servicio es vida para aquellos por los cuales se entrega.

Lectura del libro de Isaías 53, 10-11

El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos.
Palabra de Dios.

Salmo 32, 4-5. 18-20. 22

R. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.

La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.

II LECTURA

Jesucristo experimentó todas las debilidades humanas, e incluso fue tentado, pero no ha caído en el pecado. Él es solidario con todos nuestros dolores y flaquezas, y así, como sacerdote, es mediador, presenta todo esto al Padre para alcanzarnos misericordia.

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16

Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mc 10, 45

Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.

EVANGELIO

Como los discípulos, podemos llegar a pensar que la comunidad cristiana debería manejarse como cualquier sociedad, con rangos, puestos, jerarquías y privilegios. Jesús dice que, entre los cristianos, las cosas deben ser de otra manera. En el Reino de Dios, sólo Dios está por encima de todos. Nuestras relaciones no se basan en el mando o la jerarquía, sino en el servicio que da vida, al modo de Jesús, servidor de Dios y de los hombres.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 35-45

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. Él les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. “Podemos”, le respondieron. Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”. Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

 “Lo que el Señor quiere prosperará por su mano”

Merece la pena considerar esta frase extraída de la primera lectura porque lleva consigo, podríamos decir, la esperanza escatológica y da “el salto en el vacío” hacia una concepción de Mesías que nada tiene que ver con la figura triunfal del rey David. El Mesías es el siervo sufriente que expía los pecados del pueblo, aquel que carga con nuestros crímenes, que se anonada a sí mismo para llegar a nosotros. Si bien es cierto que esta comprensión teológica no deja de tener eco en el evangelio de hoy, no está demás señalar que corresponde a un concepto de redención mal entendido, que viene de la noción de “sacrificio expiatorio” por medio del cual Jesús, con su sangre y su muerte, “paga a Dios” por nuestros pecados.

Así pues, el designio de Dios prosperó en Jesús no a causa de su muerte, sino de su propia vida coherente, entregada y pro-activa; de su fidelidad a la voluntad y amor misericordioso de Dios Padre que quiere que todos los hombres se salven. Fueron esas notas características de su vida y misión las que le acarrearon la muerte y no una voluntad preconcebida de Dios como si de algún trueque se tratase ya que Dios no cobra por perdonar. El riesgo patente de comprender así el designio y la actuación de Dios para con su Hijo en esta historia de salvación es que nos perdamos en la imagen de un Padre legalista cuya bondad está sujeta a nuestro comportamiento No obstante, siempre podemos seguir dejándonos sorprender por el impulso del Espíritu en la comprensión de este misterio pues los designios del Señor son insondables e inescrutables sus caminos (Cf. Rm 11, 34).

“No hay criatura que escape a su mirada”

La palabra de Dios se nos presenta descubriendo, juzgando y vigilando al ser humano hasta el punto de penetrar en lo más íntimo de su propio ser. Hasta allá alcanza el conocimiento de Dios de modo que no hay quien escape a su mirada. A pesar de su tono amenazante, este pasaje nos invita a acoger la Palabra de Dios como aquella capaz de transformar nuestros corazones, de animarnos en el ejercicio diario de conversión personal desde dentro, desde aquello que no se ve y que se esconde en nuestras intenciones y deseos.

En un mundo que solo valora la efectividad de las acciones y, en función de ella, las juzga, es muy importante no perder de vista la necesaria purificación del corazón, de nuestras intenciones y deseos, no por medio de un ejercicio ascético trasnochado, sino desde la apertura a la gracia que nos comunica Dios Padre por medio de su evangelio de vida. Hablamos, pues, de una conversión desde la gracia que nos impulsa a amar y nos mueve siempre a reconciliarnos para volver a empezar.

“Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”

La petición de los hijos del Zebedeo no está relacionada, como frecuentemente sucede en el evangelio, con alguna curación o liberación. Al contrario, ellos no manifiestan esa necesidad, sino más bien una tendencia muy humana y presente en todos nosotros: el deseo de dominar y estar por encima de muchos o pocos, da igual. La cuestión es colocarnos en un plano superior. Con esta declaración de intenciones por parte de Santiago y Juan, Marcos pone de relieve que los discípulos aún no han comprendido el término de la subida de Jesús a Jerusalén, esto es, su propia muerte. Ellos están instalados en otra lógica y desde ella se preocupan solo por pedir privilegios personales.

El desconcierto que posteriormente debieron sentir los discípulos ha de asemejarse al que sentimos nosotros, cristianos de este siglo, cuando aún no acabamos de comprender el mensaje de Jesús y las repercusiones que tiene para el momento actual de nuestra Iglesia y de nuestra vida creyente. Ciertamente, la actitud de los discípulos es criticable, no porque estén pensando en los privilegios de un reino mesiánico de carácter temporal, sino porque olvidan que la revelación en Jerusalén pasa por el camino de la cruz.

Posteriormente, Jesús va desarticulando las pretensiones personales de aquellos dos seguidores para terminar afirmando que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. Estas palabras nos invitan a dejarnos contrastar por la palabra de Dios que es viva y eficaz, y a no edulcorar un evangelio que, si bien es Buena Noticia, no deja por ello de comportar dolor, renuncia y sufrimiento. No es un llamado al pesimismo, sino a asumir los riesgos de una misión que siempre encontrará resistencia dada nuestra natural inclinación a encerrarnos en nosotros mismos y no emprender el camino hacia el horizonte de plenitud que, en la persona de Jesús, se nos mostró para siempre en la historia.


ESTUDIO BÍBLICO.

La grandeza del Dios que sirve a los hombres

Iª Lectura: Isaías (53,10-11): Un Mesías que ha de sufrir

I.1. La primera lectura corresponde a un texto que se conoce actualmente como Trito-Isaías, un discípulo lejano, quizá después del destierro de Babilonia (s. VI) del gran maestro del s. VIII, que ha dado nombre al libro. Pero además, este es uno de los textos más claros en los que se pone de manifiesto el valor redentor del sufrimiento (forma un conjunto con Is 52,13-53,12), de tal manera que es la Iglesia primitiva, después de lo que sucedió con la muerte y resurrección de Jesús, quien se atrevió a desafiar a la teología oficial del judaísmo y hablar de un Mesías que podía sufrir para salvar a su pueblo.

I.2. Esto era lo que no admitía el judaísmo y lo que encontró la Iglesia primitiva como la identidad de su Mesías salvador. ¿Cómo podía ser eso que el Mesías no participara de los sufrimientos del pueblo? Un Mesías que viniera a pasearse en medio del pueblo sin experimentar sus llantos no sería un verdadero liberador. Si Dios sufre con su pueblo, también debía sufrir su enviado.

IIª Lectura: Hebreos (4,14-16): La misericordia sacerdotal de Jesús

II.1. La segunda lectura continúa con la carta a los Hebreos en la que se nos muestra el papel del Hijo de Dios como Sumo Sacerdote. El autor quiere marcar las diferencias con el sumo sacerdote de esta tierra, que tenía el privilegio de entrar en el “Sancta Sanctorum” del templo de Jerusalén. Pero allí no había nada, estaba vacío. Por ello, se necesitaba un Sumo Sacerdote que pudiera introducirnos en el mismo seno del amor y la misericordia de Dios que está en todas partes, cerca de los que le buscan y le necesitan. Para ser sacerdote no basta estar muy cerca de Dios, sino también muy cerca de los hombres y de sus miserias. Es eso lo que se muestra en este momento en el texto de la carta a los hebreos en que se comienza una sección sobre la humanidad del Sumo Sacerdote.

II.2. Este Sumo Sacerdote, aprendió en la debilidad, como nosotros, aunque nunca se apartó del camino recto y verdadero: ¡nunca pecó!. Es uno de los pasajes más bellos en esta teología que el autor de la carta hace sobre el sacerdocio de Jesús. Esto da una confianza en el Dios al que El nos lleva, que supera la rigidez de un sacerdocio ritualista o simplemente formal. El sacerdocio de Jesús se amasa en la debilidad de nuestra existencia para conducirnos al Dios vivo y verdadero, al que no le importan los sacrificios rituales, sino el corazón del hombre. Si bien el título de Sumo Sacerdote no es muy halagüeño y se usa poco en el NT, debemos reconocer que estos versos de la carta a los Hebreos logran una teología nueva del verdadero sacerdocio de Jesús: es sumo sacerdote, porque es misericordioso.

Evangelio: Marcos (10,35-45): La propuesta de la gloria “sin poder”

III.1. El evangelio nos ofrece una escena llena de paradojas, en las que se ponen de manifiesto los intereses de sus discípulos y la verdadera meta de Jesús en su caminar hacia Jerusalén. Ha precedido a todo esto el tercer anuncio de la pasión (Mc 10,33). La intervención de los hijos del Zebedeo no estaría en sintonía con ese anuncio de la pasión. Es, pues, muy intencionado el redactor de Marcos al mostrar que el diálogo con los hijos del Zebedeo necesitaba poner un tercer anuncio. El texto tiene dos partes: la petición de los hijos del Zebedeo (vv.35-40) y la enseñanza a los Doce (vv. 42-45). Es un conjunto que ha podido componerse en torno al seguimiento y al poder. De la misma manera que antes se había reflexionado sobre el seguimiento y las riquezas (10,17ss), en el marco del “camino hacia Jerusalén”.

III.2. Pensaban los discípulos que iban a conseguir la grandeza y el poder, como le piden los hijos del Zebedeo: estar a su derecha y a su izquierda, ser ministros o algo así. Incluso están dispuestos, decían, a dar la vida por ello; la copa y el martirio es uno de los símbolos de aceptar la suerte y el sufrimiento y lo que haga falta. Es verdad que en el AT la “copa” también puede ser una participación en la alegría (cf Jr 25,15; 49,12; Sal 75,9; Is 51,17). Podemos imaginar que los hijos del Zebedeo estaban pensando en una copa o bautismo de gloria, más que de sufrimiento. Sin embargo la gloria de Jesús era la cruz, y es allí donde no estarán los discípulos en Jerusalén. Lo dejarán abandonado, y será crucificado en medio de dos bandidos (fueron éstos lo que tendrían el privilegio de estar a la derecha y la izquierda), como ignominia que confunde su causa con los intereses de este mundo. Esta es una lección inolvidable que pone de manifiesto que seguir a Jesús es una tarea incomensurable.

III.3. Es verdad que los discípulos podrán rehacer su vida, cambiar de mentalidad para anunciar el evangelio, pero hasta ese momento, Jesús camina hacia Jerusalén con las ideas lúcidas del profeta que sabe que su causa pude ser confundida por los que le rodean y por los que se han convertido en contrarios a su mensaje del Reino. Los grandes tienen una patología clara: dominan, esclavizan, no dejan que madure nadie en la esencia ética y humana. Por el contrario, el Dios del Reino, trata a cada uno con amor y según lo que necesita. Ahí está la clave de lo que quiere llevar adelante Jesús como causa, aunque sea pasando por la cruz. Un Dios que sirve a los hombres no es apreciado ni tenido como tal por lo poderosos, pero para el mensaje del evangelio, ese Dios que sirve como si fuera el último de todos, merece ser tenido por el Dios de verdad. Es eso lo que encarna Jesús, el profeta de Nazaret.

III.4. Llama la atención el v. 45, “el dicho” sobre el rescate (lytron) por todos. Este dicho puede estar inspirado en Is 53,12. No se trata propiamente de sacrificio ni de expiación, porque Dios no necesita que alguien pague por los otros. No es propiamente hablando una idea de sustitución, aunque algunos insisten demasiado en ello. Es, en definitiva, una idea de solidaridad con la humanidad que no sabe encontrar a Dios. Y para ello Él debe pasar por la muerte. No porque Dios lo quiera, sino porque los poderosos de este mundo no le han permitido hacer las cosas según la voluntad de Dios. Pensar que Jesús venía a sufrir o quería sufrir sería una concepción del cristianismo fuera del ámbito y las claves de la misericordia divina. El Hijo del Hombre debe creer en el ser humano y vivir en solidaridad con él. El Cur Deus homo? (por qué Dios se hizo hombre) de Anselmo de Canterbury, debería haberse inspirado mejor en esta idea de la solidaridad divina con la humanidad que en la visión “jurídica” de una deuda y un pago, que sería imposible. Dios no cobra rescates con la vida de su Hijo, sino que lo ofrece como don gratuito de su amor. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).




domingo, 11 de octubre de 2015

DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Vende lo que tienes y sígueme”

Hoy nos encontramos con unas lecturas luminosas. Hablan de alegría, de belleza, de riquezas, de confianza y de sensatez. Como si de un mapa se tratara, van mostrando posibles lugares que pueden ser visitados. Son itinerarios distintos y cada uno de ellos precisa de unas actitudes vitales determinadas, como iremos descubriendo. Al mismo tiempo, en este domingo recordamos, de un modo especial, la apertura del Concilio ecuménico Vaticano II. Las palabras del papa Juan XXIII durante su discurso Gaudet Mater Ecclesia trazaron el itinerario por el cual discurriría la iglesia en los años posteriores. En su discurso señalaba que estábamos al comienzo de algo nuevo que nos invitaba a recorrer de nuevo lo central de la Palabra y de la Tradición. Así afirmaba que de esa adhesión serena y tranquila podríamos encontrar pasos que nos impulsaran a ir hacia adelante, especialmente, a la búsqueda de aquellas personas que viven en zonas oscurecidas y faltas de esperanza.

DIOS NOS HABLA CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Esta oración se atribuye a Salomón, quien por generaciones ha sido considerado un rey sabio. Que quien tiene poder aspire a la sabiduría es algo que sorprende y nos da esperanzas. Pero también nos debe mantener atentos para discernir que el poder no se debe encerrar en el poder en cuanto tal, sino en abrirse a los demás para encontrar sabiduría en el modo de vivir y gobernar. Este es un buen criterio para discernir acerca de quienes nos gobiernan.

Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-11

Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro. La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus manos una riqueza incalculable.
Palabra de Dios.

Salmo 89, 12-17

R. Señor, sácianos con tu amor.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.

Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Alégranos por los días en que nos afligiste, por los años en que soportamos la desgracia. R.

Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus hijos. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

II LECTURA

¿Dejamos que la Palabra nos llegue al corazón? ¿Le permitimos que nos penetre en lo más profundo de nuestro interior para escuchar al Señor y vivir de acuerdo con lo que ella nos inspira?

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13

Hermanos: La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquel a quien debemos rendir cuentas.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mt 5, 3

Aleluya. Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIO

“¡Qué bella lección de catequesis le da Cristo al joven ansioso de encontrar el camino de la salvación! Ojalá todos nosotros viniéramos con este espíritu a la misa del domingo: Maestro bueno, ¿qué debemos hacer para salir de esta crisis…? ¿Qué debo hacer yo para ser feliz en medio de tanta desgracia? ¿Qué es lo que me dará la tranquilidad de mi conciencia, de mi familia, de mi sociedad? Y no encontraríamos otra respuesta por primera línea que esta de Cristo: ‘Nadie es bueno más que Dios’.  

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-30

Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Solo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”. Pedro le dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Me propuse tenerla por luz

Pocas lecturas reflejan de un modo tan bonito la búsqueda de la sabiduría. Con escasas palabras describe cómo la descubrió y se enamoró de ella. Se habla de la sabiduría como de algo que no se posee, sino que viene, se instala y todo lo transforma. Estamos acostumbradas a pensar que es algo que se tiene, que con el tiempo se acaba adquiriendo y que, como el resto de conocimientos, forma parte de lo que mostramos con orgullo. Sin embargo, esta sabiduría es Dios mismo. Entonces, la Sabiduría es alguien a lo que se tiende, se busca y se desea.

Al igual que para todo tipo de amor, señala el texto que para acercarse es necesario suplicar su atención, invocar su presencia y preferirla por encima de todo. De este modo, su deseo nos lleva a situarla por encima de lo que ya poseemos, de lo que somos e incluso, a costa de exponer nuestra propia salud. Porque la Sabiduría puede convertirse en aquello único que focalice, atraiga y oriente nuestra existencia. Desde esta clave apasionada podemos leer el resto de las lecturas propuestas.

Y toda nuestra vida será alegría

La fuerza de la Palabra reside en que al nombrarla crea espacios posibles, distintos a los que ya existían, permitiendo así que surjan ámbitos novedosos. Por ello, dice la Carta a los Hebreos que su palabra es viva, eficaz, tajante y penetrante. Su capacidad es tal que crea y hace patente aquello que reside en nosotras, en nuestra preferencias e intenciones. Estamos habitadas por la Palabra.

Esta capacidad hace que debamos invertir en ella. Es tan preciosa que hemos de hacer cálculos para obtenerla, desarrollar posibilidades para ganar su favor e invocar su presencia para ganar la vida. En eso consiste el amor, en poner por delante nuestro deseo ante cualquier otra cosa. Su recuerdo, un olor, son suficientes para movilizar nuestro interior de un modo poderoso. Cualquier cosa o situación bastan para volver nuestro ser hacia aquello que amamos. La Sabiduría pasa por encima de todo lo que consideramos bueno, apropiado, verdadero o correcto. El resultado es que invierte nuestras normas, conductas o verdades establecidas de antemano. Su deseo se instala y transforma lo que es valioso y posible, convirtiéndolo en nada, en barro o en sin sentido.

Sígueme

Parece entonces que esta posibilidad se abre a todas las personas. No depende de la edad, la condición o el sexo. Tampoco va parejo a la bondad, al cumplimiento o a lo que entendemos por un comportamiento adecuado. Se trata de ser capaz de dejarlo, sencillamente, todo. Eso entraña renuncias, posibles rechazos y a menudo, cambios en la propia identidad. La Sabiduría, es decir Jesús, nos invita a ir más allá, siempre a recorrer caminos que no estaban previstos. Pero para ello hemos de haber gustado previamente en qué consiste su propuesta.

Solo esa pasión puede invertir los valores sobre los que sostenemos nuestra vida. Solo ese deseo puede llevarnos, en nuestra vida individual, política y eclesial a poner bienes, posesiones, doctrinas o identidades en segundos lugares, porque el primero ya ha sido ocupado. Es entonces cuando nuestro seguimiento varía y se orienta siguiendo su propio deseo.

A quién rendir cuentas

Nuestra historia vital y eclesial puede ser leída de múltiples modos. Disponemos de una inmensa Tradición trazada gracias a diversos caminos recorridos por hombres y mujeres apasionados. Ejemplo de esa pasión fueron mujeres como Catalina de Siena. Su deseo de Sabiduría transformó el curso de la historia eclesial, como también lo hicieron muchas otras antes y después. De un modo especial hoy recordamos a aquellas 21 mujeres que fueron invitadas al concilio Vaticano II.

A pesar de las reticencias de la mayoría de los asistentes, de ser invitadas solo como auditoras al final del Concilio o de representar apenas un 1% de los participantes no pasaron desapercibidas. Dieron buena muestra de los deseos de la “otra mitad” de la humanidad que no estaba presente en los textos conciliares. Su presencia recordó que era necesario no solo cambiar el lenguaje, sino la mentalidad y las actitudes de los padres conciliares. Ellas buscaron, como pidió Juan XXIII, nuevos modos de expresar el “depositum fidei” para que este depósito de la fe pudiera destilar vida y no solo conocimientos acumulados en el tiempo.

Por ello, el Concilio, a través del discurso de inauguración nos recordaba que la Iglesia estaba llamada a ser “luz resplandeciente” para toda la humanidad. Saborear la Sabiduría es enamorarnos de ella. Nuestra responsabilidad es tan solo incendiar el mundo. Y a pesar de que estemos solo al comienzo de “la aurora”, el amor apasionado nos llama a decir como María de Nazaret: ¡hágase!

La clave para que estos itinerarios sean posibles es que nos acerquen a aquellas personas o situaciones desplazadas, silenciadas, violadas, o bien que nuestra presencia sea luz en medio de las oscuridades e incluso que en las injusticias mostremos un destello del deseo que mueve nuestras vidas.


ESTUDIO BÍBLICO.

La sabiduría del seguimiento de Jesús

Iª Lectura: Sabiduría (7,7-11): La sabiduría nos hace "divinos"

I.1. Esta lectura nos ofrece uno de los pensamientos más bellos sobre la sabiduría. Forma parte de una reflexión más amplia sobre la igualdad de los hombres en su naturaleza, y cómo esta nos perfecciona humanamente. Se supone que el autor es como un rey (algunos han pensado que era Salomón, pero no es así). Y este rey se considera igual a todos los hombres, porque los reyes y cualquier ser humano nacen lo mismo que todos y mueren lo mismo que todos, como le sucede a los animales. Pero lo que hace a los seres humanos distintos en la vida y en la muerte es la sabiduría, por la que compartimos la vida misma de Dios.

I.2. Este don no solamente enseña a gobernar a los reyes, sino a ser divinos a los hombres, porque es la riqueza más alta. Con ello se aprende a discernir lo que vale y lo que no vale en la existencia. Las personas sin «adentros» prefieren el oro, la plata y las piedras preciosas; el dinero y el poder. Pero quien elija la sabiduría habrá aprendido un sentido distinto de la vida y de la muerte; del dolor y del hambre; del sufrimiento y la desesperación. Con ella vienen riquezas, valoraciones y sentimientos que no se pueden comprar con todo el oro del mundo. Porque la verdadera sabiduría enseña a tener y vivir con dignidad.

IIª Lectura: Hebreos (4,12-13): La fuerza de la palabra de Dios

La lectura de Hebreos nos ofrece una reflexión sobre la Palabra de Dios que se entiende como el anuncio de las promesas del AT y, en nuestro caso, la predicación cristiana. El autor está exhortando a la comunidad a peregrinar, sabiendo que nos acompaña Cristo, el Sumo Sacerdote. Por lo mismo, es con la Palabra del Señor con la que podemos caminar por la vida. Esa Palabra es como una espada de dos filos que llega hasta lo más profundo del corazón humano; descubre nuestros sentimientos, nuestras debilidades, y por impulso de la misma podemos confiarnos a nuestro Dios. Pues esa palabra no es ideología, ni algo vacío. En este caso, debemos decir que nuestro texto tiene mucho que ver con el pasaje de la Sabiduría (Sab 7,22-8,1). La Palabra de Dios, pues, es para el cristiano la fuente de la sabiduría.

Evangelio: Marcos (10,17-30): El seguimiento, sabiduría frente a las riquezas

III.1. El evangelio nos ofrece una escena muy conocida: el joven rico y su pretensión de obtener la salvación (“heredar la vida eterna”). Es verdad que este texto es un conjunto no demasiado homogéneo. Los grandes maestros han pensado, no sin razón, que son varios textos en torno a palabras de Jesús sobre el peligro de las riquezas y sobre la vida eterna, las que se han conjuntado en esta pequeña historia. Es muy razonable distinguir tres partes: a) la escena del joven rico (vv.17-22); b) la dificultad para entrar en el Reino de Dios (vv. 23-27); c) las renuncias de los verdaderos discípulos (vv.28-30). Todo rematado sobre el dicho “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (v. 31). Las dos primeras tienen una conexión más fuerte que la tercera. Es verdad que todo el conjunto gira en torno a las claves del verdadero seguimiento. No se trata de una enseñanza sobre el voto de pobreza de los monjes, sino de algo que afecta a la salvación para todos.

III.2. Entre las muchas lecturas que se pueden hacer, señalemos que no podemos olvidar como decisivo para entender este pasaje la llamada al "seguimiento" y tener un tesoro en el cielo. Se ha comentado en alguna parte que este joven está buscando la sabiduría. Jesús le propone otro camino distinto, un camino de radicalidad, que implica sin duda renunciar a sus riquezas, que están sustentadas, incluso, en la praxis y en la forma de entender los mandamientos que siempre ha cumplido. Es una llamada a hacerlo todo de otra manera, con sabiduría. No es una llamada a una vida de pobreza absoluta entendida materialmente, sino de pobreza que no se apoye en la seguridad del cumplimiento formal de la ley. De hecho, la escena nos muestra que si el joven cumplía los mandamientos y además era rico, no debería haberse preocupado de nada más. Pero no las tiene todas consigo. Por ello pregunta a Jesús… y encontrará un camino nuevo.

III.3. Las riquezas, poseerlas, amarlas, buscarlas es un modo de vida que define una actitud contraria a la praxis del Reino de Dios y a la vida eterna: es poder, seguridad, placer... todo eso no es la felicidad. La alternativa, en este caso, es seguir a Jesús en vez de los preceptos de la ley, que le han permitido ser un hombre rico. En la mentalidad judía, ser un hombre de riquezas y ser justo iban muy unidos. Es eso, por lo mismo, lo que desbarata Jesús para este joven con su planteamiento del seguimiento como radicalidad. Pensar que el seguimiento de Jesús es una opción de miseria sería una forma equivocada de entender lo que nos propone este historia evangélica. Este joven es rico en bienes materiales, pero también morales, porque cumple los mandamientos. ¿Es eso inmoral? ¡No! Pero esa riqueza moral no le permite ver que sus riquezas le están robando la verdadera sabiduría y el corazón. No tiene la sabiduría que busca, porque debe estar todavía muy pendiente de “sus riquezas”. Siguiendo a Jesús aprenderá otra manera de ver la vida, de vez las riquezas y de ver la misma religión.

III.4. Por eso tiene sentido lo que después le preguntarán los discípulos cuando Jesús hable de que es muy difícil que los ricos entre en el Reino de los Cielos; porque no son capaces de descodificarse de su seguridad personal, de su justicia, de su concepción de Dios y de los hombres. No es solamente por sus riquezas materiales (que siguen siendo un peligro para el seguimiento), sino por todo su mundo de poder y de seguridad. Y reciben la aclaración, por otra parte definitiva, de que "lo que es imposible para el hombre, en cambio es posible para Dios" (v. 27). Por consiguiente, la respuesta de Jesús al joven rico es una llamada a este hombre concreto a que le siga de una manera especial; pero, a su vez, un criterio para todos desde la radicalidad y la sabiduría del seguimiento. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).




domingo, 4 de octubre de 2015

DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO


Hacerse una sola carne…

A través de una particular lectura, se nos invita a luchar contra la soledad, a enamorarnos de la humanidad sufriente y a declararle amor eterno. Y hacerlo aplicando la metodología de lo común, del grupo, de la fidelidad entre las personas. Prestando lealtad a la justicia social, la libertad, el amor y las oportunidades. Acerquémonos con la inocencia de niños a la propuesta de Jesús, él nos abraza y bendice, como dice el Salmo: todos los días de nuestra vida.

DOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

La unidad de la pareja humana se expresa, sin dudas, en la unidad del cuerpo. Pero esta última solo puede ser plena y fuente de felicidad si expresa la unidad espiritual.

Lectura del libro del Génesis 2, 4b. 7a. 18-24

Cuando el Señor Dios hizo el cielo y la tierra, modeló al hombre con arcilla del suelo, y dijo: “No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando éste se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre”. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Palabra de Dios.

Salmo 127, 1-6

R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.

¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R.

Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R.

¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.

¡Y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel! R.

II LECTURA

Jesús es hermano nuestro. No está lejos de nuestros sentimientos y dolores, porque él también ha padecido lo que padecemos nosotros.

Lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11

Hermanos: A aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos. Convenía, en efecto, que Aquél por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 14, 12

Aleluya. Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Aleluya.

EVANGELIO

“El matrimonio es una alianza en comunión fiel y creciente por la que un varón y una mujer participan del amor creador y liberador de Dios. Por lo mismo es fuente de vida y no de servilismo, de comunión y no de sumisión”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 2-16

Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”. Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Releyendo a lo ancho y no a lo corto…

Así, cuando se repasan de corrido las lecturas de hoy, muy probablemente aparezcan, por un lado, ciertas reticencias ante algunas de las afirmaciones, que presentan y por otro, quizá algún gesto de asentimiento, depende de los ojos… Pero también puede que estemos dispuestos/as a tratar de hacer otra lectura un pelo más global, un pelo menos de género. ¿Qué tal si nos detenemos en…?

"No está bien que el hombre esté solo…”.

Que podíamos leer a lo ancho como: Luchemos por erradicar la soledad de la gente. No es bueno que permitamos que la gente sufra soledad... No es la voluntad de Dios. No nos sintoniza con su proyecto. Ser cómplices de la soledad de otros y otras, por abandono, por comodidad o por egoísmo, es pecado estructural en nuestra sociedad del 21. La soledad es una suerte de pobreza que agrieta el corazón humano, anticipa lo pobre del mundo. Es parte del fracaso del sueño. Es una situación que, quién más y quién menos, todos tenemos cerca. Seguro que no nos es difícil imaginar uno o varios nombres propios en este momento... Seres humanos a quien podemos comenzar a acompañar, o “acompañar más”…. Personas concretas con rostro y nombre con quien podemos, simple y llanamente, pasar más tiempo. Y si no nos es posible estar físicamente: creatividad al poder, hay mil maneras de hacernos presentes en la vida de la gente... Cuidar más, conversar más, estar más. Encuentros que pueden quebrar el frío del aislamiento, que pueden desmontar al dolor, alzar a la gente y liberarla. Así de sencillo, así de complejo a veces…

También podemos reparar en…

“Se unirán y serán los dos una sola carne…”.

Atreverse a hacerse una sola carne con “el otro”... ¿Qué significa eso de ser una sola carne? ¿Es solo aplicable al ámbito de los lazos conyugales? ¿Solo es legítimo entregarse de esta radical manera por la pareja o por la familia…? Cuándo dos personas contraen matrimonio a todos nos resulta sencillo pensar que es lógico que se sientan una sola carne, parte de una misma experiencia dinámica y vital que se va desplegando: dos vidas a dúo. Y esta experiencia es hermosa y grande en la vida. Pero por esta misma razón, ya que todos estamos convencidos/as de que la experiencia de vivir “lo común” es algo bueno en la vida ¿por qué tendemos de restringirlo al ámbito de la pareja o de la familia? ¿Por qué no imaginar que se nos invita al desafío de llevar vidas humanas conjugadas, grupales, incorporadas unas a otras…? ¿Cómo es eso de resolverse a llevar existencias que se tejen en común, “que se van haciendo una sola carne”? Estamos llamados a crear grupos humanos que se guardan fidelidad, lealtad,…y, sobre todo, que se hacen carne con todo aquel o aquella que sufre. Colectivos de personas que velan por la felicidad de otros y otras, que se quieren y caminan enamorados de la mano de los preferidos/as de Dios, hasta que la muerte los separa… Grandes y generosas personas que deciden “casarse” y “hacerse una sola carne” con la humanidad sufriente, con la de aquí y con la de allá. Presencias que actualizan serias y longevas “promesas de amor eterno” con los márgenes de esta carretera que llamamos mundo. Militantes resistentes, tenaces (testarudos incluso) que, como decía otra frase de la lectura de Hebreos, no se avergüenzan de llamar a la gente HERMANA... Luchadores incansables de la justicia social y las oportunidades. Esta es la propuesta, este es el verdadero “enlace”.

“Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos…”

A los niños a veces no se les hace caso. Son niños. Ya crecerán. Aún no saben de la vida, ¿no? Pues mira por dónde, que en el fragmento final de la lectura del evangelio de Marcos, la temática da un giro de 180 grados. Da la impresión de que Jesús quisiera decir algo así como: dejaos de preguntas trampa y mirad cómo abrazo y bendigo la inocencia de los críos. Desinstalaos ya de vuestras suspicacias y desconfianzas. Dejad de considerar quien está listo y quién no para recibir la gracia y el amor que vienen de Dios. No juzguéis y no seréis juzgados. No necesitáis llegar a ningún estándar. Ninguna marca habéis de batir. Venid que yo os abrazo y os bendigo. Venid con la sencillez de corazón de estos peques, que nada andan cuestionando porque niños son, y sin embargo: Yo los bendigo, los abrazo y los quiero…

Hermanos y hermanas, en especial hoy hermanos y hermanas franciscanos, erradiquemos la soledad, aprendamos a amarnos hasta que la muerte nos separe, abrazaos los unos a los otros ¡Bendito el ser que se acerca a Dios!


ESTUDIO BÍBLICO.

El amor verdadero, meta del hombre y la mujer

Iª Lectura: Génesis (2,18-24): Amor verdadero frente a la soledad

I.1. El relato de Génesis 2,18-24 -desde una cultura religiosa de la época, por lo tanto, no de manera científica-, nos diseña la aparición de la pareja humana. Y debemos recalcar ese verbo “diseñar”, porque no se trata de otra cosa. Es la mano de Dios la que lo hace y la que permite un diseño de amor. El creador de este relato –o una escuela catequética que llamamos «yahvista», porque desde el principio le da a Dios el nombre propio de Yahvé, que aparecerá con Moisés-, parte de la experiencia humana, de eso que se ha llamado la media naranja, y que responde a una cultura bien determinada del Oriente. Pero por encima de las imágenes casi infantiles en que se expresa el relato, se nos ofrece un mensaje que es muy digno de mérito en este tiempo de reivindicaciones de la dignidad humana, de la mujer y de los pequeños.

I.2. El hombre, el varón, no es nada sin la mujer; es o sería la pura soledad. Dios, lógicamente, no ha creado a la mujer del hombre, sino que es una forma de poner de manifiesto que tienen la misma dignidad y mutuamente encuentran en el diálogo, en el afecto, en el amor, lo que en Dios es pura unidad de paternidad y maternidad a la vez. Eva, como Adán, son nombres genéricos, no significan una pareja exclusiva al principio de la humanidad. Dios, pues, ha comprometido todo su ser en la creación del hombre y la mujer, de la humanidad, que han de unirse en amor creador de paternidad y maternidad, para que este mundo sea ámbito de felicidad.

IIª Lectura: Hebreos (2,9-11): El Hijo que viene a ser “nuestro hermano”

II.1. El texto de la segunda lectura, de la carta a los Hebreos (2,9-11), es la conclusión de un himno con que comienza esta famosa carta neotetamentaria. Precisamente en ese himno se había puesto de manifiesto la grandeza de Cristo, lo que se llama su preexistencia, porque estaba junto a Dios, es el Hijo de Dios. Sin embargo, el autor de la carta quiere acercar este Hijo de Dios a los hombres, hasta ponerlo a nuestra altura (un poco inferior a los ángeles) para que sintamos en él la fuerza de nuestro hermano.

II.2. En la fe cristiana es tan importante confesar a Jesús como Hijo de Dios, que como hermano nuestro, que se compadece de nosotros y da la vida por nosotros. Su muerte en favor de toda la humanidad nos habla de la solidaridad de Dios con nosotros, como se había comprometido a ello desde la misma creación. El, Jesús, es el que nos ha abierto el camino de la salvación.

Evangelio: Marcos (10,2-16): La ruptura del amor no es evangélica

III.1. El evangelio de hoy nos muestra una disputa, la del divorcio, tal como se configuraba en el judaísmo del tiempo de Jesús. La interpretación de Dt 24,1, base de la discusión, era lo que tenía divididas a las dos escuelas rabínicas de la época; una más permisiva (Hillel) y otra más estricta (Shamay). Para unos cualquier cosa podía ser justificación para repudiar, para otros la cuestión debería ser más sopesada. Pero al final, alguien salía vencedor de esa situación. Naturalmente el hombre, el fuerte, el poderoso, el que hacía e interpretaba las leyes.

III.2. Pero a Jesús no se le está preguntando por las causas del repudio que llevaba a efecto el hombre contra la mujer, o por lo menos desvía el asunto a lo más importante. Recurrirá a la misma Torah (ley) para poner en evidencia lo que los hombres inventan y justifican desde sus intereses, y se apoya en el relato del Génesis de la primera lectura. Dios no ha creado al hombre y a la mujer para otra cosa que para la felicidad. ¿Cómo, pues, justificar el desamor? ¿Por la Ley misma? ¿En nombre de Dios? ¡De ninguna manera!

III.3. Por ello, todas las leyes y tradiciones que consagran las rupturas del desamor responden a los intereses humanos, a la dureza del corazón; por lo mismo, el texto de Dt 24,1 también. Jesús aparece como radical, pero precisamente para defender al ser inferior, en este caso a la mujer, que no tenía posibilidad de repudio, ni de separación o divorcio. Como la mujer encontrada en adulterio que no tiene más defensa que el mismo Jesús (Jn 8,1ss). Jesús hace una interpretación profética del amor matrimonial partiendo de la creación, que todos hemos estropeado con nuestros intereses, división de clases y de sexo. Y es que el garante de la felicidad y del amor es el mismo Creador, quiere decirnos Jesús. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).