domingo, 26 de octubre de 2014

DOMINGO 30° DEL TIEMPO ORDINARIO


“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Los "Otros" son el principal mandamiento.

Hoy también nos preguntamos por el núcleo, lo más importante en nuestra relación con Dios, ¿qué hacer para acertar con una vida verdaderamente cristiana?, ¿cómo superar la insatisfacción que produce la mediocridad de vida cristiana, que dificulta el conocimiento y la identificación con Jesús? Si en tiempos de Jesús, la maraña de leyes, normas, preceptos, mandamientos y obligaciones de la religión judía no dejaban ver, ni focalizaban lo esencial de la relación con Dios, hoy no pocos cristianos sufrimos: el peso de nuestra formación, más bien, deformación; el desconcierto en la iglesia de jerarcas y de predicadores tan plurales y hasta contrarios, que ni se acercan al evangelio; los vaivenes en lo moral con un amplio arco de oscilación, según qué convenga; tantas variadas maneras de decir que se vive a Jesús, a veces hasta contrarias; la identificación de la vivencia religiosa con un individualismo que se traduce en un sentirse bien en todos los sentidos, no meterse en la vida de nadie, todo es bueno si no me hace daño, si me va o no me va esto que dice la iglesia. Esto es una vida religiosa políticamente correcta, pero sin referencias a Dios y a los demás.

Jesús simplifica y hace una reducción importante y sencilla, respondiendo a lo que le preguntan sobre qué es importante (amar a Dios) y explicando lo que no le preguntan: que el amor a Dios se verifica con el amor al prójimo, a los demás y, por tanto, lo primero e importante son los demás. Olvidar esta referencia esencial de la vida de Jesús en su relación con Dios, ha hecho al cristiano entrar en una mediocridad de vida, una vida sin significatividad.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El amor al prójimo se vuelve más exigente cuando nos hallamos frente a los más desprotegidos y vulnerables. El recuerdo de las propias necesidades (“fuiste inmigrante en Egipto”) debe mover el corazón para sensibilizarse ante las necesidades de los otros. Y esto se manifiesta en lo cotidiano: la comida, el abrigo y el lugar de reposo.

Lectura del libro del Éxodo 22, 20-26

Estas son las normas que el Señor dio a Moisés: No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos huérfanos. Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol, porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.
Palabra de Dios.

SALMO

Salmo 17, 2-4. 47. 51ab

R. Yo te amo, Señor, mi fortaleza.

Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. R.

Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos. R.

¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido. R. 

II LECTURA

La fe es contagiosa, comunicativa, expansiva, como la “buena onda”. San Pablo puede dar gracias a Dios porque el testimonio de una comunidad estimula a otra. Y esta forma de comunicación se daba en tiempos en que no existían los medios modernos ni la tecnología actual. Hoy tenemos en nuestras manos muchas herramientas para difundir la fe. Solo necesitamos el ímpetu que movió a los primeros cristianos. Esto podemos pedirle al Espíritu Santo.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 5c-10

Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 14, 23

Aleluya.“El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO     

“Los maestros distinguían en la ley 613 preceptos, y los clasificaban en graves y leves. La respuesta de Jesús unifica. El amor es la clave de la Ley, el indispensable principio unificador que elimina toda posible dispersión. No se puede observar de veras la Ley si falla el amor. Este amor a Dios se expresa con todas las facultades del ser humano (corazón, alma y mente), y el mandamiento del amor al prójimo es semejante al primero porque es tan importante uno como el otro”.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

Amar a Jesús no es tener sentimientos o un estado de ánimo especial en nosotros, sin más, sino sentir a los que están cerca.

¿Qué nos explica Jesús sencillamente y sin complicaciones? ¿Qué quiere decirnos la palabra de Jesús? ¿Por qué no acertamos a construir una sociedad más humana, más feliz? ¿Qué nos falta? Amar a quien ni siquiera vemos es imposible. Jesús, sin preguntarle fija en qué consiste el amor a Dios, pues en la vida de los hombres, de los cristianos no hay un espacio reservado para las cosas de Dios y otro para la relación con los hermanos y las cosas. ¿Cómo decir que amamos a Dios si no amamos lo que él ama? Jesús tuvo la valentía de equiparar el amor a Dios y a los hombres, sin separarlos, ni poner el amor a Dios en una primacía absoluta y después el amor a los hombres. Para Jesús las normas se pueden cambiar si no sirven para hacer bien a los hombres.

Amar a Dios no es rezar, ni espiritualizarnos tanto que nos olvidemos de los demás. Jesús, su reino no es una religión de normas, cumplimientos y ritos. Lo que él quiere va más allá de la aceptación de las creencias, preceptos y ritos de una religión. Es una experiencia nueva. Amar tiene que ver con poner la vida al lado de Jesús, centrarla en él para ser, vivir y pensar la vida, en los demás y las cosas como él las ve y las piensa. Amar es sentir el amor de Dios y el amor por los hombres, viviendo en continuo agradecimiento por la vida, por lo bueno, lo grande y bello que nos rodea; es ponernos al lado del defensor de la vida y la dignidad de sus hijos (nuestros hermanos); es tener y optar por una actitud, aprendida de Jesús, de sensibilidad por el dolor y sufrimiento que causamos, una actitud de ponernos al servicio de la humanización de nuestro entorno; es regirnos por mirar lo que es más humano y no por las ganancias; es aparcar nuestras actitudes intolerantes ante los demás.

Pero hasta los que nos decimos más cristianos nos gusta colgarnos el título de “cumplidores”. No cabe duda que los fariseos tenían inquietud por conocer más su religión y por buscar cómo agradar mejor a Dios, pero esta actitud les llevó a quedar presos en una trampa: el hacer de la religión un conjunto de normas, aunque estuvieran bien escalonadas y puestas preferentemente para su cumplimiento. Ellos querían encontrarse con Dios, pero por el camino tortuoso de la norma. Tortuoso porque las normas terminan por ahogar la espiritualidad y no atender a los otros. La insistencia y el desfilar de grupos interrogando a Jesús demuestra el rechazo que su vida y la propuesta de su reino produjeron. Lo mismo nos pasa a nosotros cuando nuestro interés es, más que nada, por lo moral y no por la relación con Jesús; cuando nos preocupa más cumplir lo establecido que la vivencia cercana de Jesús; nos da más seguridad el hacer automáticamente ritos que el vivir con incertidumbre la presencia de Jesús, pues nos cuesta descubrirle como acompañante y cercano en el camino de nuestra vida.

Es importante creer en Dios, pero más importante todavía saber en que Dios creemos. ¿en el que se nos ha manifiesta en Jesús?

Las pasiones de Jesús no pueden dejarnos impasibles a los creyentes. Ser cristiano es vivir el amor que Dios nos ha regalado en la vida, las actitudes y valores, el camino nuevo que Jesús ha recorrido. Por eso él es nuestro Salvador, siempre preocupado de lo que nos pasa y el sujeto de nuestro seguimiento.

Nosotros necesitamos que nos quieran y querer a los demás. El amor que recibimos de él se hace en nosotros, amor a los demás. El amor de Dios mismo, sus mismos sentimientos se reflejan en nosotros. ¿Dónde quedan o para qué sirven los preceptos, las normas y leyes en estos planteamientos? ¿Qué hacemos con nuestros cumplimientos si, ni nos sirven para relacionarnos con Dios, ni tienen referencia a los demás?

Nuestra sociedad poderosa y rica de cosas, de objetos, de comunicación, presumida en todo, pues fabrica e inventa todo, va creciendo más y más en el anonimato, el vacío, la sinrazón y la soledad; va desluciendo y distorsionando el nombre de lo que necesita (para decir que tiene sin tener): el amor. Así se conforma con sentimientos, atracción, sensaciones, sexo, …, aunque lo llame amor. Así el amor es un juego de quita y pon, que se rompe y compone con facilidad. Jesús sabe lo que necesitamos y nos propone un Padre amoroso, que le duele nuestra realidad y quiere devolverle los derechos que hemos perdido o hipotecado por comodidad o pereza; sabe que necesitamos justicia y amor, pues la falta de amor deshumaniza y trastoca todo; sabe que no solo es necesario reformar las estructuras, sino acrecentar la capacidad de amar.

Necesitamos otra experiencia con Jesús que lo resitúa todo de manera nueva, en la propia realidad de la vida. Cuando vemos a tantos ancianos impedidos, un joven tetrapléjico o con montones de problemas porque no encuentran sentido a la vida, con situaciones desgarradoras de convivencia, laborales, de integración en la sociedad, ese es nuestro compromiso de amar. Cuando vemos a nuestros hermanos colgados de las vallas de Ceuta, entre los escombros de Irak, luchando por sobrevivir en tantos países de África, padeciendo con las injusticias venezolanas, ese es nuestro compromiso de amar. Es difícil vivir el amor de Dios sin entender, sin que nos duelan ciertas realidades. ¿Cómo entender a la madre que es capaz de atravesar la ciudad todos los días para trabajar, la madre que llegan las horas de las comidas y no pueden ofrecer algo a los hijos? ¿Cómo entender la vida cristiana, los seguidores de Jesús, si no hacemos lo que él haría en circunstancias bien concretas? ¿Amamos a alguien o nos amamos a nosotros mismos?

Estaría bien que los cristianos, tan educados en la norma y su imposición a los demás, fuéramos un poco transgresores porque la libertad y la creatividad son fuentes de vida insospechadas, sobre todo cuando ya hemos visto los resultados en la vida de Jesús.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Éxodo 22, 21-27: La religión defiende a los pobres

I.1. Esta lectura del Éxodo no es homogénea, entre otras razones, porque se trata de un conjunto de prescripciones del famoso Código de la Alianza (Ex 20,22-23,19), que, con el Decálogo (Ex 20,1-17), pretende dar una identidad propia al pueblo que ha salido de Egipto. En ese código podemos rastrear leyes antiguas en las que todavía se perfilan las costumbre y tradiciones de los clanes y familias, probablemente del tiempo de los Jueces (s. XII), como la de los pueblos circunvecinos y otras mucho más recientes. La preocupación social es manifiesta. En el caso de la lectura de este domingo podemos subrayar un denominador común: el cuidado de los más necesitados: huérfanos, viudas y pobres. Aparecen, pues, las exigencias de un Dios misericordioso.

I.2. El mundo de las leyes es muy complicado, tanto por su origen, como por su significación. Así, el problema del préstamo y la usura obliga a promulgar leyes como las de nuestra lectura. Son leyes éticas que todos los pueblos y culturas se han dado para poder convivir. En el caso del Antiguo Testamento, de la ética veterotestamentaria se pretende que el hombre actúe en presencia de Dios. El hecho de que estas prescripciones se hayan establecido en el contexto de la Alianza de Dios con su pueblo le dan una dimensión religiosa y teológica incuestionable: se nos muestra cómo puede realizarse la comunión con Dios en la existencia de los humildes y con el prójimo necesitado.

IIª Lectura: Tesalonicenses (1,5-10): Dios es nuestra vida, no un ídolo.

II.1. Se prosigue con la carta a los Tesalonicenses la lectura continua de la misma, que comenzaba el domingo pasado. El pasaje está lleno de afirmaciones teológicas que muestran, sin duda, lo que Pablo ha trasmitido a esta comunidad con alma, corazón y vida. Muestra una seguridad asombrosa en la fe de esta comunidad nueva, ejemplo para las provincias romanas de Macedonia y Acaya, cuando han debido llevar a cabo una «catarsis» que no es otra que abandonar a los ídolos por el Dios vivo y verdadero. Esto, dicho así, es como el día y la noche, como el ser y la nada, pero para ello hay que cerrar los ojos y no caer en el abismo. Esta es la fe cristiana en su esencia que hace crecer la palabra de Dios como lo que es, nada de palabras vacías, sino palabra de vida, de luz, de profundidad que tiene su tono más alto en aceptar la resurrección de Jesucristo y la nuestra.

II.2. Hoy, que tanto se tiene en cuenta la "interculturalidad" o más todavía la interculturalidad religiosa, no deberíamos avergonzarnos de estas afirmaciones de "abandonar" los ídolos y los dioses paganos. Porque todo aquello que no ofrece vida verdadera al cualquier persona no puede ampararse en el diálogo "intercultural". El cristianismo paulino es un reto, una llamada a la esperanza. Pronto serían acusados los cristianos de creer en "una depravada superstición llevada hasta el exceso"; el exceso era el amor por los hombres que fundamentaban en un "crucificado" (¡inaudito!) que vive una vida nueva y está presente con los suyos para transformar el mundo. Los ídolos, se quiera o no, los fabrican los hombres y no tienen corazón, no acompañan, ni se inmutan. Los cristianos no fabricaron un ídolo, sino que dieron un salto a la vida nueva en ese crucificado que es el Señor. En eso consiste la acusación de "superstitio" que los "aristócratas" romanos combatieron con su pluma.

III. Evangelio: Mateo (22,34-40): La ética del amor

III.1. El evangelio de Mateo de este domingo nos ofrece la disputa sobre el mandamiento más importante. Sabemos que se unen o se juntan dos textos Dt 6,5 y Lv 19,18 que eran citados frecuentemente en discusiones éticas rabínicas, pero la idea de unirlos tan estrechamente a manera de resumen de toda la Ley y los Profetas fue una idea creativa no solamente brillante, sino, de nuevo, profética, como sucede en todas estas disputas concluyentes en Jerusalén. Lo que asombra en el texto evangélico es la seguridad soberana con que afirma que no hay preceptos como estos, porque en ellos se apoya toda la ley y los profetas. El texto dice que el amor al prójimo es "semejante" (homoía) al primero, dando a entender un orden lógico, pero sin disminuir su importancia. Es más, aquí Jesús nos está llevando a la conclusión de que aunque Dios no es el hombre, lo que podemos llamar la experiencia del amor no es distinta, aunque sean distintos los objetos o las personas amadas. Lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al hombre como lo amamos a El; tendríamos que decir que no es posible amar a Dios más que al hombre.

III.2. Todo lo que no sea eso, evangélicamente hablando, es una falacia. Ya lo veía así el autor de la 1ª Jn 4 donde plantea con una radicalidad teológica inigualable lo que es la identidad cristiana del amor. Si Dios nos ha amado, entonces, entre otras cosas, no se dice que debemos amarlo a El, sino que debemos amarnos los unos a los otros. Es verdad que Dios quiere ser amado, necesita ser amado, como lo necesitamos cada uno de nosotros. Y es desde esa dimensión religiosa desde la que hablaba Jesús, quien con su predicación y con su praxis se empeñó tanto en descubrir a Dios como Abba, porque él y nosotros lo necesitamos así.

III.3. Por lo tanto, la praxis evangelizadora de Jesús nos descubre un Dios nuevo y a la vez, y por ello mismo, nos descubre un hombre nuevo. Es verdad que Jesús de Nazaret lo descubrió desde Dios. Esto es absolutamente irrefutable. Esta fontalidad nos expresa pues, que evangelizar es humanizar en todos los órdenes y desde todas las perspectivas. Jesús hizo coincidir con su evangelización la gloria de Dios y la del hombre. El hecho, pues, de que hoy se insista tanto en la humanización no depende de que vivimos en el siglo en el que el hombre está enamorado de sí mismo, de lo que ha hecho y de lo que tiene que hacer, sino que la misma esencia de la fe y de la identidad cristiana, en el Nuevo Testamento como totalidad, son todavía mucho más humanizantes y humanizadoras que lo que hoy se nos propone. (Fray Miguel de Burgos Núñez).




domingo, 19 de octubre de 2014

DOMINGO 29° DEL TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO UNIVERSAL DE LAS MISIONES


“Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”.

Estamos hoy ante una de las frases más citadas del evangelio, y a la vez muchas veces interpretada con un sentido oportunista, según el interés de cada uno. Lo que sí es cierto que marca el comienzo de una corriente histórica de pensamiento social, un primitivo cristianismo que comenzó a establecer diferencias entre la moral y el derecho, entre el fuero interno (la conciencia) y la conducta externa (la ley). Ambos campos, en realidad, dialogan continuamente. En el evangelio de hoy se nos da una respuesta en la que cada elemento tiene su papel.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA    

En un contexto politeísta, Dios afirma por boca del profeta: “Yo soy el Señor”. Este Dios único reclama un amor total. Toda nuestra vida es para él, todas nuestras acciones son para él. En Dios se aúna lo disperso de nuestra vida. Por él tienen sentido hasta las mínimas acciones de nuestro devenir cotidiano.

Lectura del libro de Isaías 45, 1. 4-6

Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse. Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 95, 1. 3-5. 7-10ac

R. Aclamen la gloria y el poder del Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Los dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo. R.

Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. R.

Adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡Que toda la tierra tiemble ante él! Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.

II LECTURA

San Pablo conoce bien a esta comunidad, por eso puede escribirles con toda confianza y dar gracias a Dios por los dones con que la ha enriquecido. También nosotros pongamos nuestra mirada en las personas que nos rodean. Seguramente encontraremos muchos de quienes podremos decir que ponen en obras su fe, hacen activa su caridad y mantienen su vida en la esperanza. Demos gracias a Dios porque el testimonio de estos hermanos y hermanas sostiene nuestra vida.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 1-5b

Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz. Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Flp 2, 15-16

Aleluya. Ustedes brillan como rayos de luz en el mundo, mostrando la Palabra de Vida. Aleluya.

EVANGELIO   

Los emperadores buscaban ser venerados como dioses. Su imagen se grababa sobre el dinero y era una forma de que todos sus súbditos los tuvieran presentes. Pero por encima de ese señorío que los emperadores quieren imponer, está el señorío de Dios. Somos “de Dios”, nuestra vida le pertenece, está entregada a él y no a un poder temporal.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 15-21

Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”. Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”. Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó:”¿De quién es esta figura y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del César”. Jesús les dijo: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

Una trampa en forma de pregunta:“¿Es lícito o no pagar tributo al Cesar?”

¿Cuántas veces nos hacen preguntas que no buscan obtener información sino únicamente tendernos una trampa para poder descalificarnos o llevar el ascua a su sardina? Aquí estamos ante un ejemplo de ello.

El evangelista nos dice que los adversarios de Jesús, en este caso herodianos, buscaban comprometerle. Y así plantean una pregunta envenenada donde aparentemente una respuestas positiva llevaría a la aceptación y justificación del Imperio Romano, el poder imperial que oprimía a los judíos en aquel momento; y donde la otra posible respuesta llevaría a la negativa a pagar tributo a ese Estado, lo que conducía a Jesús a una posible acusación por traición a su pueblo, que implicaba además reconocer al Cesar como Rey y Señor del pueblo judío desplazando a Dios como Señor de Israel: “Yo soy el Señor y no hay otro”, hemos leído en la primera lectura. Esta era la postura de todo buen israelita.

La situación se presenta pues como una tensión, un conflicto entre Dios y el Cesar, entre el poder divino y el poder político o también entre la conciencia individual y los derechos del Estado.

¿Cómo resuelve Jesús el problema y, en definitiva, cual es la enseñanza que llega hasta nosotros a través de este episodio evangélico?

Jesús comienza haciendo una pregunta a sus interlocutores: "¿Qué dice la ley?". Y en este caso concreto "¿qué hay en la moneda?". ¿Qué dice la moneda? Como si dijera, léelo tú mismo y sabrás la respuesta, cumple la ley y no me preguntes lo que ya sabes solo para hacerme caer.

Pero Jesús nos dice algo más.

Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

¿Fue una respuesta evasiva para salir del paso o está diciendo algo fundamental?

Nosotros después de tantos años de cristianismo interpretamos que Jesús, aquí, pone las bases para la normal relación entre la organización política y la religiosa. La organización política tiene una dimensión social y económica necesarias para el buen funcionamiento de la comunidad que la religión debe respetar. Al dar, al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, está apostando, además, por dar a cada uno lo suyo, está apostando, en definitiva, por una Justicia distributiva como base de toda relación social.

La pregunta realizada tiene además implicaciones éticas. Y es que cumplir la ley, a veces no es tan fácil. El problema aparecerá en toda su magnitud cuando los hombres y mujeres queriendo vivir con coherencia su fe adulta de creyentes cristianos comprometidos se preguntan, por ejemplo, si: ¿se debe obedecer a un Estado, a un Cesar, que tenga leyes injustas y que pisotea los derechos humanos? En definitiva, si se debe callar y aceptar pasivamente la injusticia o una legislación opuesta a la ética y moral más evidente y reducir el ámbito de lo religioso a la intimidad personal y a la vida de piedad; o bien ejercer la propia libertad en el ámbito social o comunitario en toda su plenitud.

La conclusión a la que llegamos es la siguiente: El cristiano comprometido debe tener unos criterios sociales y políticos. Puede o mejor diríamos, debe, hacer una crítica constructiva a políticos, autoridades estatales y también eclesiásticas, para ayudarlos a realizar su función siempre encaminada a la consecución del Bien Común.

En este sentido el Papa Francisco, en su reciente exhortación Evangelii Gaudium, dedica algunos párrafos animando a los fieles en el compromiso político para el bien común. Dice así:

“¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!”.

Y quita los miedos a tantos cristianos sobre su deber de intervenir en la vida política. “La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de caridad, porque busca el bien común”. (E.G. nº205)

Y a Dios lo que es de Dios

Jesús después de contestar a quienes pretendían comprometerle añade por su cuenta algo que no le habían preguntado, es como si quisiera decir a aquellos maestros de la ley: Está bien que os aclaréis con respecto a las leyes humanas, pero también pensad en dar a Dios lo que es de Dios.

En la otra cara de la moneda no había ninguna imagen de Dios, pero en la mente de todos estaba presente la frase del Génesis que les recordaba que habían sido creados por Dios a su imagen y semejanza. Así, si en la moneda hay una imagen del Cesar, en el hombre debe estar acuñada la imagen de Dios.

De esta simbología se deduce la consecuencia de que toda persona es depositaria de esta imagen divina que debe cuidar. Es decir, debemos vivir nuestras vidas trabajando siempre por un desarrollo humano integral para hacer valer esa imagen divina que dentro llevamos desde que nacemos. Es la base para poder desarrollar una vida espiritual que no es un añadido a nuestra personalidad sino la plenitud de la persona. Y en esa plenitud está la gloria de Dios.

¿Y qué podemos dar a Dios?

Esta es la pregunta que debemos hacernos hoy. El salmo interleccional que hemos leído nos habla de dar gloria al Señor, "Aclamad la gloria y el poder del Señor”. Pero Jesús va más allá, introduce otro lenguaje novedoso para sus paisanos y una nueva actitud. No echa por tierra las costumbres judías, él también va al templo a orar, pero empieza a hablar de un Reino nuevo que hay que CONSTRUIR, no sólo se trata de alabar la Gloria sino de Construirla. Un Reino que está en los sencillos, los pobres, los pequeños, es decir en aquellos que solo ponen su esperanza en el Señor padre de todos.

También el Papa Francisco habla de una nueva evangelización que ha de comenzar por escuchar ese “clamor de los pobres”. En un mundo global como el que vivimos, ha de ser una tarea “global”, porque los pobres son pueblos enteros, regiones olvidadas, hombres y mujeres de otras culturas que necesitan levantarse de su indigencia con la ayuda nuestra.
Esa construcción del Reino es lo que podemos dar a Dios. ¿Es una sugerencia piadosa o es más bien la obligación del cristiano de dar a Dios lo que es de Dios?


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Isaías (45,1.4-6): Dios no se desentiende de la historia humana

I.1. La lectura de Isaías debe ser interpretada con una visión religiosa de la historia universal. El Deuteroisaías, profeta del exilio (segunda parte del libro de Isaías, cc. 40-55), se ve envuelto en la aclamación y entusiasmo que los pueblos sometidos a Babilonia hacen de un guerrero famoso y fundador del imperio persa: Ciro el Grande (a. 540 a. C). Si los profetas anteriores se habían valido de Asiria como imperio para poner de manifiesto el castigo de Dios al pueblo de Israel por su infidelidad, ahora el pueblo judío, en el destierro, necesita un libertador ¿Qué hará Dios? En la teología veterotestamentaria no todo es posible asumirlo sin el matiz de una teología global. Ciro no puede venir de parte del Dios de Israel, pero así lo ve este profeta anónimo. Aunque no tanto por el "rey de reyes" persa, sino por la libertad que trae a Israel con su nueva política.

I.2. Piensa este profeta desconocido que Dios se vale de la historia humana, concreta y universal, para que sus planes vayan hacia adelante. Este es un momento de liberación, y por eso se usan expresiones agudas, de tonos altos, para hablar de un guerrero, que ni siquiera conoce a Yahvé. El poder que trae en sus manos es poder de liberación para los desterrados en Babilonia. Se dice, con razón, que el profeta no canta al imperialismo, sino a la libertad. Los imperialismos no pueden consagrarse y, de hecho, profetas posteriores (v. g. Ageo y Zacarías) pondrán en entredicho al imperio persa, porque Dios, el Dios de universo y de la salvación, no se encarna en el imperialismo, ya que éste solamente se sostiene con sangre e injusticia.

I.3. Pero es verdad que en la historia humana podemos ver la mano de Dios en la bondad o en los principios éticos y sociales de pueblos y de gobernantes que anteponen el bien a todos los otros valores. Es una cuestión discutida en el ámbito teológico, en lo que ha venido a llamarse la "teología de la historia". Los profetas eran muy sensibles a ello, a veces exageradamente sensibles, para lo positivo y para lo negativo. Pero no les falta una parte de razón; al menos para dar a entender que Dios no se desentiende totalmente de lo que hacemos los hombres. Si los dones que Él nos ha dado los aplicamos para la paz, la libertad y la justicia, estaremos en el camino de los "planes de Dios".

 II Lectura: Iª Tesalonicenses (1,1-5ª): La respuesta al evangelio

II.1. La IIª Lectura da inicio a la 1ª Tesalonicenses, que es la primera carta de Pablo y el primer escrito del Nuevo Testamento. El apóstol celebra la fe, la esperanza y el amor de aquella comunidad que él había fundado en la capital de Macedonia. Técnicamente es lo que se llama una "acción de gracias", que es la forma en la que Pablo da comienzo en sus cartas a las comunidades. Pero se resalta la elección por parte de Dios (eklogên) de esa comunidad. Y la respuesta de esa elección, por parte de la comunidad, ha sido aceptar el evangelio que se le predicó. No eligieron oro y plata, sino un mensaje que les acarrearía desventajas frente a la sociedad e incluso frente a la sinagoga, porque algunos de ellos se pasaron al evangelio de Pablo.

II.2. Se resalta, pues, la firme esperanza de esta comunidad que, en las dificultades que hubieron de sufrir los cristianos, no abandonaron su fe. La esperanza es una virtud escatológica y, en el contexto del otoño y del final que se acerca poco a poco del año litúrgico, nos va a introducir en esos temas de las cosas finales. Ellos hicieron una elección definitiva, inigualable por el evangelio que él les predicó y que les trajo la fuerza del Espíritu. Es una elección por la salvación que se les anunció, una salvación que no se tocaba con las manos, aunque sí se anunciaba próxima, como ha de ponerse de manifiesto en algunos pasajes de esta carta Iª a los Tesalonicenses.

Evangelio: Mateo (22,15-22): La dignidad humana no se compra, es un don

III.1. El evangelio de Mateo, hoy, nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes en Jerusalén y que los evangelistas sitúan al final de su vida, precediendo a la pasión (cf. Mc 12,13-17; Lc 20,20-26). Esta vez querían comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra la «pax romana», uno de los mitos de la época. Los espías pretenden halagarlo (Mateo sigue a Marcos y nos habla de los fariseos y los herodianos; Lucas, más coherente, nos habla de espías para entregarlo al gobernador), pero en el punto de mira está el prefecto romano Poncio Pilato, que era un gobernante de una crueldad sin miramientos, vengativa y arbitraria. Los judíos lo odiaban porque había introducido en Jerusalén bustos e insignias del César, además de haber usado el dinero sagrado del templo para construir un acueducto que llevara el agua a Jerusalén (Josefo, De Bello 2,9,2; 2,9.4).

III.2. La hierocracia y aristocracia de la ciudad santa mandan sus espías para poder deshacerse de este profeta galileo que anuncia el Reino de Dios, pero que no coincide con el reino de Roma, ni con el concepto que tienen del mismo algunos partidarios de la revolución contra Roma, ni específicamente con el reino que ellos quieren manipular en nombre de Dios. Los rebeldes dejaban a las claras que la única soberanía que aceptaban bajo el suelo de Judea es la de Dios (Ex 20,4-5); en ello Jesús podría estar de acuerdo. Pero las trazas, entre uno y otros, son muy distintas. Es verdad que Jesús parecía estar en un callejón sin salida: frente a Poncio Pilato, frente a las autoridades, frente a los revolucionarios nacionalistas, frente a todos. No obstante, él la encontró; la encontró recurriendo a las dignidad humana que Dios ha puesto en el corazón de toda persona como imagen suya. Los espías, con su trampa, van a caer en su propia ignominia, porque llevan en sus manos el “denario” con la efigie de Tiberio… pero Jesús no lleva nada en su zamarra. Solamente tiene su palabra y la fuerza de la sabiduría del reinado de Dios.

III.3. Cuando es preguntado, intencionadamente pide la moneda del tributo con la efigie del César y responde: la moneda hay que dársela al emperador; ¿por qué? Porque es el dinero, y el dinero es lo más sucio de este mundo. Los que acuñan moneda tienen poder y por el dinero dominan a los hombres. Entonces, ¿hay que someterse a él? ¡Ni hablar! Por eso añade con una intencionalidad manifiesta: «y a Dios lo que es de Dios». El dinero no es de Dios, sino que de Dios somos nosotros mismos, y por lo mismo nosotros solamente debemos estar sometidos a Dios. Ya San Agustín, que afirmaba: “El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros” (Com. Ps 57,11). La trampa la resuelve Jesús, no solamente con inteligencia, sino con sabiduría, donde salta por los aires la legalidad con la que pretenden acusarlo en su caso. La respuesta de Jesús no es evasiva, sino profética; porque a trampas legales no valen más que respuestas proféticas. El tributo de hacienda es socialmente necesario; el corazón, no obstante, lleva la imagen de Dios donde el hombre recobra toda su dignidad, aunque pierda el “dinero” o la imagen del césar de turno que no valen nada.

III.4. Aquí Jesús responde con una afirmación liberadora que solamente pueden captar los que no están cegados por el poder, el dinero, el odio y la injusticia. Quizás la mejor ilustración a todo ello la tengamos en San Ireneo, en esa expresión, que es paradigma de muchas radicalidades humanas y divinas: «La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios». Todo esto quiere decir que el evangelio de Jesucristo implica, en una simultaneidad inconfundible, que de la misma manera que nos descubre al Dios viviente, nos descubre a la vez, y no por otro camino, al hombre viviente. Podemos usar los bienes de este mundo con eficacia, pero lo que no podemos hacer es vender nuestra vida al mejor postor. Al "césar" de turno podemos darle el dinero, o los impuestos, pero nuestra libertad nadie nos la podrá arrebatar. (Fray Miguel de Burgos Núñez).






IGLESIA EN MISIÓN - TODOS SOLIDARIOS



domingo, 12 de octubre de 2014

DOMINGO 28° DEL TIEMPO ORDINARIO


“Muchos son los llamados y pocos los escogidos”

La liturgia de hoy nos llama a tomar en consideración la invitación de Jesús a participar de su Proyecto de Vida y de comunión universal, que se expresa en el banquete festivo al que están todos invitados.

San Mateo nos previene del peligro de no valorar la invitación que se nos hace, aduciendo mil razones que nos pueden parecer muy oportunas e ineludibles, pero en definitiva, una escusa para no complicarnos la vida.

Advierte de otra posible reacción: no aceptar las condiciones para asumir el Proyecto de Vida que Jesús ofrece. Con el símbolo del traje de fiesta que todos los invitados llevan se pone de manifiesto la asimilación de la propuesta contenida en la invitación. No llevarlo puede ser entendido como otra forma de no valorar en su totalidad lo que implica la invitación al banquete festivo. Por lo mismo la consecuencia será la autoexclusión.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA    

Isaías tiene una rica imagen para hablar del Reino eterno: una fiesta. En esta fiesta se vivirá la alegría, el fin del sufrimiento y el inicio pleno de la fraternidad. Nada más lindo para pensar cómo será la vida eterna.

Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. Él arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor. Y se dirá en aquel día: “Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!”. Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios.

SALMO

Salmo 22, 1-6

R. El Señor nos prepara una mesa.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

II LECTURA    

Pablo sabe vivir en la pobreza y la abundancia, él no hace referencia específicamente a tener o no tener bienes. Esto más bien significa que no debemos depender de las circunstancias que nos rodean para vivir unidos a Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 12-14. 19-20

Hermanos: Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en Aquel que me conforta. Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades. Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.

ALELUYA. cf. Ef 1, 17-18

Aleluya. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.

EVANGELIO     

¡Muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Y la Iglesia sabe que no hay más que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios muchos que no pueden entrar todavía.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 1-14

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los fariseos, diciendo: "El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA Y LA COMPARTIMOS

Lo primero que hay que tener en cuenta es a los destinatarios de esta parábola: los sacerdotes y senadores. No está dirigida, ni al pueblo llano ni a los discípulos. Es importante este detalle para enfocar bien la explicación y aplicación a la vida real en las comunidades cristianas, teniendo, al mismo tiempo presente, lo que se nos dice en la “Alegría del Evangelio”: Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados.

Un proyecto de salvación definitiva.

A través de la profecía de Isaías se ofrece a Israel la posibilidad de abrirse a este generoso proyecto de salvación, que se concreta en la festiva experiencia de salvación para todos los pueblos. Una profecía cargada de esperanza que genera alegría desbordante. Dios ha gestado la salvación para todos. Así lo afirma el profeta, en este texto precioso que ha sido proclamado. Una salvación que llega a lo hondo de todo ser humano y transforma todas las estructuras.

Usa tres verbos: Preparará, arrancará, enjugará. Se trata de la ejecución del Plan diseñado desde antiguo. A través de la imagen del banquete, como expresión contundente de la Fiesta: suculencia, solera, “manjares enjundiosos y vinos de solera”. Se ofrece lo mejor. Y para que nada quite protagonismo a la fiesta, toda sombra de muerte, angustia, dolor y frustración es arrancada. No caben en esta fiesta. Es más esta fiesta acaba con todo eso. Y para la desolación que sumerge al ser humano en la desesperanza, llega el consuelo. Todo ser humano será consolado y tendrá la oportunidad de experimentar la cercanía de un Dios que está a favor del hombre. Siempre a su favor. Siempre confortando. Por eso dirá: “celebremos y gocemos”. Una llamada a gozar todos, universal, sin exclusión alguna. “La mano del Señor se posará sobre este monte”.

Pablo nos ofrece su experiencia de la salvación vivida en medio de la abundancia o la precariedad.

Hay una presencia alentadora, salvífica. El dirá: “mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades”. Dios siempre sale al frente para todo y lo hace entregándonos toda su riqueza en Jesús. Nuestra riqueza es Cristo, si lo tenemos a Él, todo lo podemos transformar con ÉL. La Comunidad cristiana no tiene nada más importante que compartir.

Mateo, en sintonía con el texto de Isaías nos sitúa en el contexto de un “banquete festivo”.

Dirigida la parábola a los sacerdotes y senadores, denuncia el olvido, nula valoración y perversa actuación de quienes, ni entran ni permiten entrar. Los dirigentes, son los retratados en la primera parte. Luego, como la voluntad de salvación es definitiva, se invitará a todos los excluidos, los olvidados, los que han sido abandonados. El banquete es para todos y tienen cabida en él todos, sin excepción alguna. Esa es la voluntad de Dios manifestada en Jesús. Todos convocados y todos regalados con traje de fiesta. El simbolismo del traje remite a asumir el proyecto de vida de Jesús y como Jesús es la Fiesta, solamente identificándonos libremente con Él, se vivirá el gozo del banquete preparado para todos. Cuenta la decisión de cada uno, llamado a valorar la invitación y lo que se nos ofrece. Nada es impuesto y todo es ofrecido. Se puede aceptar o no. Eso ya corre por cuenta de cada uno.



ESTUDIO BÍBLICO

 Iª Lectura: Isaías (25,6-10a): Dios salvará a todos los pueblos

 I.1. Esta lectura forma parte de un conjunto del libro de este profeta (cc. 24-27), conocido entre los especialistas bíblicos como «apocalipsis de Isaías». En realidad no es conjunto netamente apocalíptico, aunque no podemos negar la opción escatológica que se apunta en distintos momentos, como una gran liturgia, con himnos, cánticos, que predicen el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén. Se propone, como período de composición de este Apocalipsis, la época posterior al destierro de Babilonia (s. VI a. C.); esto es lo más probable, aunque no podemos precisar el momento de su composición.

I.2. El autor sigue las huellas y la teología de Isaías, y por eso ha sido introducido en el libro del gran profeta y maestro. La lectura de hoy es, probablemente, el trozo más hermoso de este conjunto en el que, después de un cántico al Dios liberador, el profeta habla de un momento prodigioso, bajo el símbolo de un banquete, de un festín escatológico, donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Y entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la nueva Jerusalén.

I.3. No es frecuente en cantos de tipo apocalíptico un mensaje tan hermoso y esperanzador. Aunque en este caso no se podría haber expresado mejor aquello que debe ser la esperanza bíblica. Porque la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este mundo, ni en esta historia. Por el contrario es necesaria otra "historia" nueva, si es que podemos hablar así, que necesariamente está en las manos de Dios; esto último es determinante. El "velo" que tienen todos los pueblos, según el texto de hoy, debe caer para que todos los hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni Sión o Jerusalén podrán soportar este sueño profético. Será una Jerusalén no hecha por manos de reyes o trabajadores explotados. Un sueño, desde luego, de esperanza.

IIª Lectura: Filipenses (4,12-14.18-20): Agradecimiento generoso

II.1. Este texto pone punto final a la lectura de Filipenses en la liturgia de estos domingos. Pablo le da las gracias a esa comunidad, una de las más queridas y generosas con él, a la vez que con la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y Pablo en la asamblea de Jerusalén (cf Gl 2; Hch 15). Aquí les recuerda que él personalmente está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Pero mientras permanecía en prisión (casi con toda seguridad en Éfeso), le han enviado ayuda por medio de Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza para todo, es la afirmación más contundente y significativa.

II.2. La vida cristiana, pues, es también una llamada a solidaridad en las necesidades básicas, que no puede ser más que consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño "billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido compartir el evangelio mismo como don recibido. Sabemos, incluso, que ese discípulo Epafrodito se quedará con Pablo un tiempo (entre otras cosas porque enfermó junto al Apóstol) y le ayudará muy eficazmente mientras el apóstol estaba encarcelado.

Evangelio: Mateo (22,1-14): Un banquete para la libertad

III.1. El evangelio del banquete que un rey da por la boda de su hijo es una de las parábolas más sofisticadas del evangelio de Mateo, que marca unas diferencias substanciales con la que nos ofrece Lucas (14,15-24); incluso podríamos hablar de parábolas distintas. Mateo nos habla de un rey, rechazado por los magnates, y tras ser maltratados y asesinados algunos de sus criados, manda atacar y destruir la ciudad. Ahora se debe ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo.

III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas, pues, deben ser un añadido independiente. Estaríamos ante una reconstrucción alegorizante para la comunidad de Mateo, que saca unas consecuencias nuevas para los miembros de esa comunidad cristiana tan particular, con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho. Pensemos en la «justicia» de las buenas obras, del compromiso constante, de la perseverancia, a lo que es muy dada la teología del evangelio de Mateo. En todo caso no debemos perder de vista que la parábola la pronunció Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por lo mismo, el significado del traje de boda, añadido posteriormente (quizás se trataba de una parábola independiente), debe estar supeditado al primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que en la semiótica del vestido con que se quiere generar el texto, todo el mundo, incluso lo más pobres, siempre encuentran unas ropas más decentes para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14. Por eso pensamos con otros intérpretes que se trata de una parábola sobreañadida a la original de los vv. 1-10, que son los coinciden más con Lc 14.

III.3. En todo caso, la parábola es escandalosa, y debe seguir siéndolo en cuanto a los motivos de los que rechazan el banquete, como en la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete, invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres. El banquete no es un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una fiesta de compromiso, sino de libertad. En ese supuesto, hasta el hombre que no lleva vestido de boda, independientemente de la teología de Mateo, habría que entenderlo, hoy y ahora, como que no está allí como los demás, libre para la gracia de Dios. Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por tierra la fiesta de la libertad y de la gracia. (Fray Miguel de Burgos Núñez O.P.).