jueves, 8 de diciembre de 2016

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA


¡Mantengamos viva la esperanza!

El Papa Pío IX, en la bula Ineffabilis Deus del 8 diciembre de 1854, declaró: “la Virgen María en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente y en previsión de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original”. Por tanto, María fue también redimida por Cristo, pero de manera única, al ser librada de la culpa original de forma preventiva y de toda experiencia de pecado. Nosotros fuimos sacados fuera del fango del pecado; ella no cayó en él.

La Virgen del Adviento, Virgen de la Esperanza o de la O, nos señala el modo de acoger a Jesús que viene a nuestro encuentro como Salvador. Durante este tiempo de esperanza es Ella quien mejor nos enseña a recorrer este camino, preparando nuestra mente y corazón para que el que viene tenga dónde hospedarse.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La Virgen María es la “mujer” destinada por Dios a ser Madre de Aquel que aplastará la cabeza del maligno.

Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20

Después que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les había prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?". "Oí tus pasos por el jardín", respondió él, "y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí". Él replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?". El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él". El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí". Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón". El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.
Palabra de Dios.

SALMO

Salmo 97, 1-4

R. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas.

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 15, 4-9

Hermanos: Todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: "Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu nombre".

Palabra de Dios.

EVANGELIO

El relato de Lucas, rico en detalles significativos, nos muestra a María, a la escucha atenta de la Palabra de Dios y dispuesta a su plena realización.

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 26-38

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?". El ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra". Y el ángel se alejó.
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Mientras contemplamos la belleza de la Virgen Inmaculada y alabamos a Dios por la excelsa misión a ella confiada en la vida de Cristo y en la Iglesia, nace en nuestras mentes y corazones una gran esperanza: Dios está cerca, Dios nunca abandona al hombre y nosotros podemos seguir confiando en Dios y enfrentarnos a las diversas dificultades en medio a las cuales nos encontramos. Son muchos los fundamentos de nuestra esperanza.

La primera Lectura, del libro del Génesis, relata la historia del pecado original, una de las mayores contribuciones de la fe católica a la cultura humana. La ruptura de relaciones entre el hombre y Dios, la lucha interior entre el bien y el mal, y los enfrentamientos familiares, sociales y políticos tienen la explicación en este acontecimiento nefasto, que pesa sobre la especie humana.

El hombre tiene miedo a Dios; no se fía de Dios. Los hombres seguimos echándonos la culpa los unos a los otros y pensamos que los conflictos se solucionan declarando la guerra. Las consecuencias del pecado original son devastadoras. Todos nacemos con el pecado original. Todos hemos nacido deteriorados, aunque no incapacitados para el bien.

La gracia redentora de Cristo, que llega a nosotros mediante la Palabra y los Sacramentos, restaura nuestra relación con Dios en la confianza, restablece las relaciones interpersonales en el amor de benevolencia, que perdona y hace el bien, y crea puentes de entendimiento en la sociedad en vistas a la paz, pues estamos de paso para la vida eterna.

La segunda Lectura, de la Carta de San Pablo a los Romanos, nos presenta la Escritura como fuente de viva esperanza, gracias a la instrucción y, sobre todo, al consuelo y perseverancia, que nos regala la Palabra de Dios en medio de una sociedad hostil, que busca el interés individual, olvidando los derechos de los demás.

Sabemos que Dios es fiel y cumple sus promesas dadas a los Padres. Tengamos nosotros los mismos sentimientos de Cristo, para acogernos unos a otros, sembrando la confianza en Dios especialmente en los más necesitados. De este modo, también los gentiles proclamarán las misericordias de Dios, cuando a través nuestro conozcan y amen a Dios.

El Evangelio de San Lucas es la historia de la anunciación a la Virgen María, la llena de gracia. En este cuadro se entrecruza el cielo y la tierra; se revela el plan de Dios para salvar a la humanidad en la intimidad de una familia, sencilla en lo social y grandiosa en lo sobrenatural. El arcángel San Gabriel anuncia a María la elección divina sobre ella, quien acepta: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra.

El adviento de María, esperando el nacimiento de su Hijo, es para nosotros escuela donde aprendemos a disponer nuestro espíritu y nuestro cuerpo a la venida del Salvador; escuela donde contemplamos la belleza de María, proclamando las maravillas que Dios ha hecho en ella; escuela donde aprendemos a respetar la figura de la esposa, de la madre, de la mujer en el matrimonio, en la familia, en la vida.

Hoy muchos hombres y mujeres, incluso a veces cristianos y católicos, pasan por las tinieblas y la confusión, consecuencia de tantos pecados personales y sociales, por ejemplo, quienes no santifican el domingo y quienes no respetan la vida del niño no nacido. Que la Virgen Inmaculada, gracias a tantas vigilias de oración como se han vivido en esta última noche, despierte las conciencias, ilumine las mentes, enfervorice los corazones para que sean muchos los que vuelvan su mirada a la Virgen María y vuelvan a caminar con aquella primera ilusión, de cuando se dieron cuenta que no estaban solos, que el cielo los acompaña y que son herederos de una misión: transmitir la fe a la propia generación, para poder descansar en paz con los antepasados.

Señor, tú que viniste a este mundo tenebroso para redimirnos de nuestros pecados, haz que ahora te acojamos en nuestros corazones recibiendo santamente la Eucaristía, para que de este modo nos preparemos para recibirte cuando vuelvas glorioso para juzgarnos, mostrando tu misericordia y tu justicia.

En este día grande, de la fiesta de la Inmaculada, confiemos a la Virgen nuestras vidas, nuestras comunidades, familias y amistades.


ESTUDIO BÍBLICO

El Señor hizo en mí maravillas ¡Gloria al Señor!

La festividad de la Inmaculada, en medio del Adviento, desata, religiosamente hablando, todos los resortes más sensibles y utópicos de lo que ha perdido la humanidad. Si analizamos todo ello psicológicamente, habría que recurrir a muchos elementos culturales, ancestrales, pero muy reales, del pecado y de la gracia. El contraste entre la mujer del Génesis que se carga de culpabilidad y la mujer que aparece en la Anunciación, resuelve, desde el proyecto del Dios del amor, lo que las culturas antifeministas o feministas no pueden resolver con discusiones estériles.

Iª Lectura: Génesis (3,9-15.20): El egoísmo del pecado

I.1. La primera lectura de Génesis 3,9-15.20 es la exposición catequética y teológica de un autor llamado "yahvista" (la tesis más extendida), que se limita a poner por escrito toda la tradición religiosa de siglos, en ambientes culturales diversos, sobre la culpabilidad de la humanidad: Adán-Eva. Lo prohibido o lo vedado nos abruma, nos envuelve, nos fascina, nos empapa en libertad desmesurada, hasta que vemos que estamos con las manos vacías. Entonces empiezan las culpabilidades: la mujer, el ser débil frente al fuerte, como ha sucedido en casi todas las culturas, carga con más culpa por parte del varón, pero no por parte de Dios. Y por medio aparece el mito de la serpiente, como símbolo de una inteligencia superior a nosotros mismos, que no es divina, pero lo parece.

I.2. Es muy razonable que debamos desmitologizar muchas cosas del relato, pero eso no quiere decir que esté falto de sentido. Es verdad que hoy no podemos concebir que el "pecado original" consista en comer o no comer de un árbol prohibido. Pero el relato deja ciertas pistas que son elocuentes: el ser humano, instigado por la serpiente, quiere absolutizar su vida, quiere absolutizarse a sí mismo y apoderarse de lo creado como un ser divino, prescindiendo del Dios creador. A la vez, la "experiencia de alteridad" se muestra en que el otro es peor que yo; esto sí que explica muchos males en la historia de la humanidad. Así comienza un camino de despropósitos, sencillamente porque el ser humano, con su chispa divina en el corazón y en el alma, no es nada sin Dios. ¿Quién podrá devolver a la humanidad todo su sentido? Dios mismo, pero cuando la humanidad se abra profundamente a su creador.

I. 3. El mal siempre ha sido descrito míticamente. Pero en realidad el mal lo hacemos nosotros y lo proyectamos al que está frente de nosotros, especialmente si es más débil, según la una visión cultural equivocada. ¿Quién podrá liberarnos de ello? Siempre se ha visto en este texto una promesa de Dios; una promesa para que podamos percibir que el mal lo podemos vencer, sin proyectarlo sobre el otro, si sabemos amar y valorar a quien está a nuestro lado; en este caso el hombre a la mujer y la mujer al hombre.

IIª Lectura: Romanos (15,4-9): Perseverancia y consuelo

II.1. Nuevamente en este domingo, en la carta a los Romanos, Pablo hace referencia a las Escrituras, en este caso al Antiguo Testamento, para que de ellas podamos sacar unas consecuencias inmediatas: perseverancia y consuelo. Son dones que proceden de Dios. Perseverancia, porque hay que tener en cuenta que Dios no falta a su alianza y a sus promesas; ha prometido un mundo mejor, nuevo, justo, (sería en este caso la promesa de la primera lectura de Isaías) y si perseveramos en fiarnos de esa promesa, la verán nuestro ojos.

II.2. Consuelo, porque cuando verificamos lo lejos que estamos de ese estado ideal y casi olímpico; la actitud cristiana no puede ser la desesperación; debemos consolarnos porque algo absolutamente nuevo nos viene de parte de Dios. Y el Adviento es un tiempo propicio para ello. El ejemplo que propone es Cristo, servidor de judíos y paganos, de magnitudes irreconciliables, de mentalidades opuestas. Cristo es el futuro de todos los hombres. Este ideal no puede perderse para los seguidores del evangelio, para las comunidades cristianas que viven en cualquier parte del mundo. El Adviento es un tiempo ideal, es su idiosincrasia, porque es un tiempo de promesas que adelantan un futuro de lo que un día debe ser lo que Dios ha querido para toda la humanidad.

Evangelio: Lucas (1,26-38): La respuesta a la gracia, cura el pecado

III.1. El evangelio de la "Anunciación" es, sin duda, el reverso de la página del Génesis. Así lo han entendido muchos estudiosos de este relato maravilloso lleno de feminismo y cargado de símbolos. Aunque aparentemente no se usen los mismos términos, todo funciona en él para reivindicar la grandeza de lo débil, de la mujer. Para mostrar que Dios, que había creado al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, tiene que decir una palabra definitiva sobre ello. Es verdad que hay páginas en el mundo de la Biblia que están redactadas desde una cultura de superioridad del hombre sobre la mujer. Pero hay otras, como este evangelio, que dejan las cosas en su sitio. Cuando Dios quiere actuar de una forma nueva, extraordinaria e inaudita para arreglar este mundo que han manchado los poderosos, entonces es la mujer la que se abre a Dios y a la gracia.

III.2. Se han hecho y se pueden hacer muchas lecturas de este relato asombroso. Puede ser considerado como la narración de la vocación a la que Dios llama a María, una muchacha de Nazaret. Todo en esta aldea es desconocido, el nombre, la existencia, e incluso el personaje de María. Es claro que, desde ahora, Nazaret es punto clave de la historia de la salvación de Dios. Es el comienzo, es verdad, no es final. Pero los comienzos son significativos. En el Génesis, los comienzos de la "historia" de la humanidad se manchan de orgullo y de miedo, de acusaciones y de despropósitos. Aquí, en los comienzos del misterio de la "encarnación", lo maternal es la respuesta a la gracia y abre el camino a la humanización de Dios. María presta su seno materno a Dios para engendrar una nueva humanidad desde la gracia y el amor. ¿Cómo? Entregando su ser humano a la voluntad de Dios. Querer decir más sería entrar en una elucubración de conceptos y afirmaciones "dogmáticas" que nos alejarían del sentido de nuestro relato.

III.3. El relato tiene todo lo mítico que se necesita para hablar de verdades profundas de fe (si aparece un ángel es por algo); no debemos ser demasiado "piadosillos" en su interpretación. En realidad todo acontece de parte de Dios, pero no en un escenario religioso. Por eso es más asombrosa esta narración que, sin duda, tiene de histórico lo que le sucede a María en su vida. Ella es una criatura marginal que ha sido elegida por Dios, y esto es tan real como histórico. Su hijo será también un judío marginal. Es un relato que no está compuesto a base de citas bíblicas, pero sí de títulos cristológicos: grande, Hijo del Altísimo, recibirá el trono de David su padre. Todo eso es demasiado para una muchacha de Nazaret. Y todo ocurre de distinta manera a como ella lo había pensado; ya estaba prometida a un hombre. Ella pensaba tener un hijo, ¡claro!, pero que fuera grande, Hijo del Altísimo y rey (Mesías en este caso), iba más allá de sus expectativas. Pero sucede que cuando Dios interviene, por medio del Espíritu, lo normal puede ser extraordinario, lo marginal se hace necesario. Esa es la diferencia entre fiarse de Dios como hace esta joven de Nazaret o fiarse de "una serpiente" como hizo la mítica Eva.

III.4. María de Nazaret, pues, la "llena de gracia", está frente al misterio de Dios, cubierta por su Espíritu, para que su maternidad sea valorada como lo más hermoso del mundo. Sin que tengamos que exagerar, es la mujer quien más siente la presencia religiosa desde ese misterio maternal. Y es María de Nazaret, de nuestra carne y de nuestra raza, quien nos es presentada como la mujer que se abre de verdad al misterio del Dios salvador. Ni los sacerdotes, ni los escribas de Jerusalén, podían entenderlo. La "llena de gracia" ( kejaritôménê ), con su respuesta de fe, es la experiencia primigenia de la liberación del pecado y de toda culpa. Dios se ha hecho presente, se ha revelado, a diferencia del Sinaí, en la entraña misma de una muchacha de carne y hueso. No fue violada, ni maltratada, ni forzada... como otras como ella lo eran por los poderosos soldados de imperio romano que controlaban Galilea. Fue el amor divino el que la cautivo para la humanidad. Por eso, en un himno de San Efrén (s. IV) se la compara con el monte Sinaí, pero el fuego devorador de allí y la llama que los serafines no pueden mirar, no la han quemado. Esta "teofanía" divina es otra cosa, es una manifestación de la gracia materna de Dios.



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